Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, este rincón es un pedazo de cielo que queda al descubierto en la cultura griega. Os describimos la mágica y venerada Meteora.


Pocos o muy pocos son los aventureros que conocen este destino de dioses. Se muestran colosales a la vista del viajero y es que son templos suspendidos en el aire. Cuentan que quedan en pie 13 de los 24 monasterios originales, 6 de los cuales se pueden visitar.


Fueron construidos en el siglo XIV como un medio para escapar de los turcos. Pero los monjes ya habitaban las inmediaciones desde el siglo XI. Primero se habían instalado en cuevas y vivían como ermitaños en las montañas. Después eligieron las montañas de Meteora ya que creían que así podían estar más cerca de Dios.


 

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Antiguamente la forma de acceder era a través de un rudimentario sistema de palancas que movía un cesto con la fuerza de una cuerda. Aquí los lugareños depositaban las provisiones. Pero con el tiempo y la evolución se han ido construyendo escaleras y puentes que permiten la visita.


Debido a su lejanía de la Atenas se necesitan al menos 2 días para llegar a Meteora (el pueblo de Kalambaka, el más cercano a los monasterios) y otros dos para disfrutar de un lugar que literalmente significa ‘en el aire’. Es una escapada majestuosa, de altura y reconfortante para aquellos que deseen reconectar cuerpo y mente.


Se puede calificar como un lugar de retiro ya que reunía todas las condiciones necesarias para la vida monacal. Poco a poco, algunos ermitaños se fueron afincando en cuevas construidas en la base de estos grandes peñascos.


Primavera es el mejor momento para contemplar estas piedras formadas hace millones de años. El Monte Athos o el Monasterio de Meteoron ofrecen su mejor versión.