Gonzalo Bernardos, profesor de economía de la Universidad de Barcelona

Durante mucho tiempo, la mayoría de las personas que necesitaban un préstamo acudían al banco donde tenían depositada su nómina. Éste estudiaba su petición y, si consideraban que eran solventes, les hacía una oferta. El cliente le daba las gracias al empleado y la aceptaba, sin entablar negociación alguna ni comparar sus condiciones con las ofrecidas por otras entidades financieras.

Al prestatario, la anterior actuación le costaba dinero. En primer lugar, porque un cliente dócil fidelizado recibe peores ofertas que uno que no lo está, si creen que éste puede contratar varios productos de la entidad. Por regla general, uno nuevo genera más ingresos adicionales al banco que uno consolidado.

En segundo, debido a que con las entidades financieras casi todo es negociable. A veces, se parecen a un tienda de un zoco marroquí. Para conseguir unas buenas condiciones en los préstamos, en numerosas ocasiones es imprescindible presentar una oferta de otrobanco. Si así se hace, un tipo de interés ayer imposible de disminuir, una semana después desciende significativamente.

En la actualidad, un buen préstamo es fácil de conseguir gracias a los marketplaces financieros. Suponen la aplicación a las finanzas del concepto original de Amazon. No obstante, existen importantes diferencias entre ambas empresas. La segunda es principalmente una tienda virtual, las primeras mucho más que eso. Éstas te ofrecen un asesor personal que te informa, te aconseja y sigue las instrucciones que tú les das.

Los marketplaces te ahorran dinero, tiempo y desplazamientos. Sin moverte de tu casa, puedes obtener un préstamo. Solo necesitas un móvil para enviarles tus datos personales, económicos y financieros y mirar a través de él la información que te han remitido. Sin embargo, si perteneces a la generación analógica, puedes utilizar regularmente el teléfono para comunicarte con sus asesores. Si están ocupados, te devolverán rápidamente la llamada. Una atención difícil de encontrar en la mayoría de los bancos.

A pesar de lo indicado, muchos lectores probablemente sigan desconfiando de los marketplaces. La mayoría lo hace porque no les suena su marca, creen que sus servicios tendrán un elevado coste y la oferta de préstamos será escasa. Ninguna de las anteriores reticencias está justificada. No conocen sus nombres porque casi todas las empresas tienen muy pocos años de vida. No obstante, éste no debería ser un problema, pues ellas no son las que te conceden el crédito, sino generalmente alguno de los más bancos más conocidos del país.

El coste del servicio es nulo para el cliente, si contrata un préstamo, y muy bajo o cero, si no lo hace. Sus ingresos provienen de los bancos, pues les pagan por llevarles clientes. Su oferta es mucho más diversa que la de cualquier entidad financiera, pues la mayoría posee acuerdos de comercialización de productos con un gran número de ellas. En definitiva, los marketplaces contribuyen a mejorar tu vida, al ahorrarte dinero, evitarte desplazamientos y proporcionarte más tiempo libre. Por eso, en los últimos años están teniendo mucho éxito. Un ejemplo es Prestalo, una empresa que el pasado ejercicio recibió más de 100.000 peticiones de préstamos al mes. Hasta el momento, no son los sustitutos de los bancos, sino un complemento de su capacidad comercial y de asesoramiento.