Elena Achar

El 2020 será un año difícil para la economía de todos los países. Según las proyecciones del Banco Mundial, el crecimiento económico global será aproximadamente de 2.5%, cifra que, excluyendo 2.4% del 2019, constituye el índice más bajo desde la crisis financiera del 2008 y el 2009. Ante este panorama, la capacidad de las naciones para mejorar las condiciones de sus mercados laborales se verá afectada negativamente.

Debe añadirse que, desde la crisis económica referida, se ha desacelerado la productividad de la gran mayoría de los países, especialmente la de aquellos que se encuentran en vías de desarrollo. Por este motivo, diversos organismos internacionales han advertido sobre la urgente necesidad de diseñar estrategias macroeconómicas que permitan reactivar la productividad e incentivar la creación de nuevos puestos de trabajo. La subcontratación es un esquema con amplia presencia en todo el planeta, que por su dinamismo y en virtud de sus alcances, se presenta como una solución ante los problemas mencionados.

La subcontratación brinda oportunidades de trabajo, robustece la competitividad de las empresas, contribuye a que disminuya la brecha de competencias entre el mercado laboral y aquellos empleados que no cuentan con las habilidades requeridas e integra a naciones a la cadena productiva internacional.

En la actualidad, alrededor de 250 millones de personas en el mundo se integran al mercado laboral a través de empresas profesionales de outsourcing, una industria cuyo valor es cercano a 100,000 millones de dólares.

Una de las principales ventajas que ofrece la subcontratación es la de satisfacer las necesidades inmediatas de las empresas en cuanto a personal cualificado se refiere. A diario, las nuevas tecnologías, los cambios demográficos, ecológicos y el aumento de la competencia en todos los ámbitos hacen que la formación profesional y el talento se vuelvan condiciones inestimables e imprescindibles del mercado laboral.

Por medio de sistemas profesionales de captación de talento, esquemas de formación permanentes y modelos de empleos temporales, la subcontratación asegura la estabilidad laboral de sus trabajadores y da a las empresas la certidumbre de que sus empleados podrán desempeñar cabalmente sus funciones. En México, puede estimarse que 60% de los trabajos por subcontratación recibe formación para sus actividades. Desde 2013 hasta la fecha una tercera parte de los empleos creados en este país fue por medio de algún esquema de outsourcing.

Los datos globales son contundentes. En Alemania, por ejemplo, 12% de los nuevos trabajos son subcontratados, cifra que alcanza 19% en Francia y 24% en Brasil.

Debe añadirse que la subcontratación no genera sólo trabajos temporales, sino que en muchas ocasiones constituye un escalón para que el trabajador encuentre una plaza definitiva. En el 2017, 46% de los trabajadores subcontratados en Estados Unidos consiguió firmar un contrato fijo, cosa que no hubiera sido posible sin la formación y el reclutamiento especializado que ofrecen las empresas profesionales dedicadas a administrar el talento humano. En España este porcentaje alcanza al 33% del personal y en Australia al 20 por ciento.

Además, se trata de un sistema muy eficiente para dar empleo a los sectores más vulnerables. En los países en vías de desarrollo, donde pocos jóvenes acceden al mercado laboral, casi 70% del personal subcontratado lo integran personas menores de 30 años; en Polonia y en India, el porcentaje es de 87 y 75% respectivamente. Asimismo, hay países donde las mujeres conforman una proporción importante de los empleos subcontratados, como Austria (74%) y Finlandia (62 por ciento).

Los estudios revelan que el outsourcing está presente en todo el mundo y, además, ha probado ser una solución para enfrentar el problema del desempleo. Por ello, debemos impulsarlo, con una regulación profesional y responsabilidad con el sistema productivo y laboral.

Elena Achar
Elena Achar (Tallentia MX)

Elena Achar es directora de Asuntos Públicos de Tallentia MX