En un momento en que la inteligencia artificial ha pasado de ser novedad mediática a herramienta estratégica, conversamos con Luis Miguel Garay, director del Área de Ciencias de la Computación y Tecnología en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), para explorar cómo las empresas están asimilando esta transformación.
De la fascinación al impacto real
Garay es claro: “Hoy ya no se trata de hablar de inteligencia artificial por moda, sino de entender su verdadero potencial transformador.” Tras un boom inicial encabezado por la IA generativa como ChatGPT, las organizaciones comienzan a aterrizar sus expectativas y a buscar aplicaciones con retorno tangible.
Dos pilares: datos y talento
Las claves del éxito empresarial con IA, según el experto, pasan por la gestión estratégica del dato y la capacitación del capital humano. Tener datos no es suficiente: hay que organizarlos, gobernarlos y explotarlos con responsabilidad. Pero además, las personas deben contar con el criterio adecuado para comprender, evaluar y aplicar las capacidades de estas herramientas.
Desde la fábrica hasta el marketing
No hay sector que escape a su alcance. En la industria, mejora la eficiencia y previene fallos; en banca, optimiza riesgos y la atención al cliente; en marketing, afina campañas, personaliza mensajes y reduce costes. Garay insiste en que “la IA no sustituye procesos, los potencia cuando se integra con inteligencia y propósito.”
IA para grandes y pequeños
La brecha entre grandes empresas y pymes no está en la ambición, sino en el grado de madurez digital. Mientras las corporaciones avanzan con mayor soltura gracias a su infraestructura y talento especializado, las pymes aún enfrentan barreras en transformación digital y en la capacitación de sus equipos.
Luis Miguel Garay UNIR: "La inteligencia artificial no sustituye procesos, los potencia"
El nuevo liderazgo digital
La incorporación de IA también está redefiniendo el papel del líder empresarial. “Los proyectos de IA deben impulsarse desde arriba con visión transversal, ética y claridad de objetivos,” afirma Garay. La tecnología puede ser un acelerador, pero es la dirección estratégica la que marca el ritmo.
¿Y el futuro? Menos espectáculo, más inteligencia
Garay concluye con una mirada al futuro: “La inteligencia artificial actual parece lista, pero aún no lo es. Tiene que dejar de parecer inteligente y empezar a serlo de verdad.” Él sueña con sistemas capaces de detectar lo atípico, aprender con menos datos y aportar valor incluso en los márgenes más imprevisibles. “La clave —dice— será equilibrar avance tecnológico con un criterio humano más sólido que nunca.”