La misión Hera, liderada por Europa con participación crucial de la multinacional GMV, forma parte de un ambicioso programa para la defensa de la Tierra contra posibles amenazas como los impactos de asteroides.
"Hera es la primera misión de defensa planetaria europea. La llamamos la Misión 'Primera vez' porque ha sido primera vez de muchas cosas", explica Mariella Graziano, directora de Estrategia y Desarrollo de Negocio de Ciencia, Exploración y Transporte de GMV.
Por su parte Pablo Colmenarejo, responsable del sistema de control de vuelo del satélite Hera, detalla la complejidad de la misión: "Vamos a un asteroide binario. No es un asteroide normal. Son dos grandes cuerpos que están rotando uno alrededor del otro. Entonces eso hace mucho más complicada la misión".
Mariella Graciano y Pablo Colmenarejo nos explican los detalles de la misión Hera y sus implicaciones científicas y tecnológicas en un nuevo capítulo de Hablemos de Defensa y Seguridad, una producción de IDS/Infodefensa Grupo Metalia en colaboración con TEDAE.
Conocemos con GMV los detalles de Hera, la misión de defensa planetaria europea que busca medir los efectos del impacto de asteroides para desviarlos
La importancia científica de la misión Hera radica en su capacidad para verificar el impacto real de una colisión contra un asteroide.
"Esto va a ayudar a que los modelos dentro de las defensas planetarias sean mucho más precisos. Es necesario tener un modelo para poder predecir el efecto de un eventual golpe a un asteroide. DART ha golpeado el asteroide, Hera medirá este efecto. Los datos que recogeremos con Hera ayudarán a hacer que estos modelos de predicción sean mucho más precisos", señala Graziano.
El papel de GMV en este proyecto internacional ha sido fundamental, como explica Mariela Graziano: "En GMV hemos desarrollado el sistema de guiado, navegación y control, que es como el piloto. Todas las naves espaciales se mueven en el espacio con un piloto, lo que toma decisiones y que sigue una cierta trayectoria y que te lleva donde quieres ir".
El mayor reto: la autonomía en el espacio profundo
Según Colmenarejo, "el tema más complicado ha sido que estamos muy lejos de la Tierra. Las comunicaciones tardan mucho tiempo, enviar un mensaje a la sonda y esperar de vuelta la respuesta es entre mínimo media hora y pueden pasar varias horas".
Colmenarejo añade que "el propio sistema, el software que lleva a bordo y todos los sensores y propulsores tienen que ser capaces de reaccionar en tiempo real" lo que añade complejidad a la operación.
La misión Hera representa un hito en la colaboración espacial internacional y la primera línea de defensa europea contra los asteroides.
Tras sus primeras pruebas exitosas, que incluyeron una maniobra de sobrevuelo de Marte, la nave permanecerá "dormida" aproximadamente un año hasta alcanzar su destino final: ser nuestros ojos en el espacio profundo para comprender mejor cómo defendernos de posibles amenazas cósmicas.