Estados Unidos endurece su postura frente a China y el actual presidente, Joe Biden, impone aranceles a chips, minerales críticos y vehículos eléctricos chinos. Declara así la nueva guerra comercial a China. Y Europa, ¿debe imponer aranceles también?

Los detalles, en el podcast:

Biden, en guerra con China, ¿debe Europa imponer aranceles también?

La Administración Biden también está demostrando tener mano dura con China, ¿es la alternativa frente a la competencia del gigante asiático?

Chips y vehículos eléctricos, en el foco

Pese a que el tono menos beligerante del presidente Biden, en comparación con Trump, con respecto a China, lo cierto es que su política comercial con respecto al gigante asiático es igual o más dura.

El presidente Biden ha anunciado aranceles sobre una amplia gama de importaciones chinas (incluidos semiconductores, baterías, células solares y minerales críticos) en un intento, en año electoral, de impulsar la fabricación nacional en industrias críticas.

Estados Unidos también va a aumentar los impuestos sobre las grúas portuarias y los productos médicos.

Esto se suma a los incrementos ya anunciados en las últimas semanas sobre el acero, el aluminio y los vehículos eléctricos.

Estos cambios van a afectar a unos 18.000 millones de dólares en importaciones anuales actuales, según ha confirmado la Casa Blanca.

La secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, avisaba el pasado mes de abril del “riesgo” que suponen los “desequilibrios” económicos de la potencia asiática para trabajadores y empresas del país norteamericano, y del resto del mundo.

Tras Yellen, también en abril, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, viajaba a Pekín en una visita oficial de tres días para tratar de suavizar las tensiones entre ambas potencias. Blinken también ponía el acento en la sobrecapacidad de China.

Los cambios están escalonados para entrar en vigor entre 2024 y 2026, y son más específicos que el arancel fijo del 60% que Trump ha propuesto.

El mayor salto se da en el caso de los vehículos eléctricos, cuyo tipo arancelario se cuadriplica, mientras que para otras importaciones los impuestos se duplican o se imponen por primera vez.