La decisión del recién elegido presidente de los EEUU de seleccionar a los profesionales periodistas a los que atiende sigue molestando en los medios pero a mí me recuerda lo que ocurría hace exactamente ocho años cuando la administración Obama tomaba posesión de la Casa Blanca.


El precedente que menciono tenía lugar en esos momentos de protagonista a la FOX a quien intentó retirar sus acreditaciones. 


Dicho de otra forma, a estas alturas del mandato, es normal. Si en vez de ganar Trump lo hubiera hecho Hillary seguramente estaríamos hablando de la posible vulneración de la segunda enmienda (o sea del tema de las armas) en lugar de la primera. Es lo que tiene la política.


Se preguntarán qué acciones puede emprender y a mí se me ocurre que igual retoma la idea que expuso hace casi un año. En esos instantes, al inicio de su campaña apuntó que de ser presidente facilitaría mediante una reforma legal que se pueda demandar a los medios de comunicación obteniendo una fuerte compensación económica, de vencer en este tipo de casos contra los medios. 


De todas formas, no hay que perder de vista que la materia tiene su sesgo constitucional y hoy por hoy la sentencia del Tribunal Supremo que regula la materia, es el caso New York Times v. Sullivan que no permite discriminaciones ni recortes.


Ahora bien, hay que conocer que está pendiente el nombramiento de magistrado del Tribunal Supremo de Estados Unidos, que puede desequilibrar el actual balance entre republicanos y demócratas en favor de los primeros. Y quién sabe si ese espacio que la libertad de expresión concede a los medios de comunicación "para respirar", como decía el prestigioso juez del alto tribunal Brenan, puede reducirse.


De momento estamos únicamente ante un problema de formas, seguramente de malas formas por todos lados y ya veremos la evolución del caso.


Por: Arcadio García Montoro