¿Sabían que los consumidores a veces sufrimos restricciones en la economía electrónica en función del país en el que estamos?

Restricciones geográficas para las compras electrónicas y en general para los negocios. Cruzando las fronteras de los países que componen la Unión Europea, como ocurre por ejemplo si buscamos un alojamiento en Italia, el portal nos redirige a una compañía en España. O nos impiden comprar un coche de un distribuidor alemán bloqueándonos.

Esto supone que se puede producir una discriminación por razón del lugar donde uno se encuentra, por la nacionalidad que alguien tenga o desde el sitio donde se opera.

En respuesta, el Parlamento europeo está a punto de votar nuevas reglas sobre el geo-bloqueo.

Más ejemplos como impedirnos el acceso a páginas web alojadas en otros países, que nos faciliten precios y en general condiciones distintas, o sin más, no poder acceder a una operación económica y si la completamos, impidiendo la entrega del bien objeto del negocio…

Salvo que existan razones fundadas, no es posible porque hay que beneficiarse de las ventajas que el comercio electrónico entre países de la Unión Europea ofrece. Más allá es otra cosa.

Este fenómeno, que antes ocurría con frecuencia en la economía del mundo real, ahora también sucede en la economía electrónica a menos que se refuercen los derechos de los consumidores, sobre todo de los consumidores finales.