Desde la llegada el pasado miércoles del conservador Boris Johnson al 10 de Downing Street, tras la renuncia de Theresa May, han sido numerosos los sectores que se han visto zarandeados ante la llegada del líder de los tories a la cúpula de la política británica. En este caso ha sido la economía la vapuleada por las decisiones del ex periodista.

Cada vez se está más cerca del Brexit y, según el nuevo primer ministro británico, Boris Johnson, éste se llevará a cabo el próximo 31 de octubre con o sin acuerdo. Ante esta posibilidad de una ruptura abrupta, los mercados han reaccionado y la libra ha caído.

La moneda británica cae a mínimos de marzo de 2017 desde que se anunciara el Brexit y se queda en torno al 1,23 dólares por libra mientras que la divisa comunitaria, el euro se estanca en el 1,10.

El Banco de Inglaterra ha anunciado que se reunirá el próximo jueves con la intención de revaluar la actual política económica actualizando las perspectivas a este entorno cada vez más variable.

Se prevé que el organismo regulador del Reino Unido revise a la baja las estimaciones crecimiento en este ciclo de expansión frente a una desconexión sin acuerdo.

El pasado domingo, el ejecutivo británico aseveró que esta opción es la más probable debido las últimas declaraciones hechas desde Bruselas por el actual presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker quien declaró que el acuerdo actual es el mejor y único posible.

No obstante, matizó que todavía hay posibilidades de llegar a un nuevo acuerdo sobre el Brexit extendible a un gran acuerdo comercial ya que "el actual Acuerdo de Retirada está muerto y tiene que desaparecer".

En su visita a la base naval de Faslane (Escocia) volvió a lanzar otro de los mensajes que le han convertido en el nuevo premier británico asegurando un pacto de libre comercio que "nos permita tomar el control de nuestros aranceles y nuestras regulaciones".