Identificar un producto de imitación no es tarea fácil, y más si tenemos en cuenta el auge de esta nueva tendencia. Está claro que, a día de hoy, las falsificaciones siguen siendo una moda que engaña a simple vista.
Escucha el A pie de calle de Mercado Abierto con Jorge de Miguel e Ismael Fariñas:
Con España a la cabeza del consumo consciente de falsificaciones en Europa, su auge reta a marcas, leyes y consumidores.
De no ser porque las delata su precio, estas prendas se camuflarían entre las auténticas a los ojos de cualquier consumidor común, una práctica cada vez más común que desafían las marcas originales.
De acuerdo con un informe del Observatorio Europeo sobre Infracciones a los Derechos de Propiedad Intelectual, España se sitúa en el segundo lugar dentro de la Unión Europea en cuanto a la compra consciente de productos falsificados, con un 20% de consumidores que admiten haber adquirido este tipo de artículos, tan solo por detrás de Bulgaria.
¿Qué opina Europa?
8 de cada 10 europeos opina que las falsificaciones sirven de apoyo a organizaciones criminales, arruinan negocios y destruyen empleos, siendo la economía sumergida una amenaza real para el estado de bienestar.
Se estima que el coste anual de la piratería en Europa es de 12.000 millones de euros en el sector de la ropa y calzado, de 3.000 en cosmética y de 1.000 millones en juguetes. Se trata de un impacto significativo que subraya además el dilema ético subyacente.
En cualquier caso, este panorama revela una realidad innegable, y es que el consumo de falsificaciones no sólo ha venido para quedarse, sino que además representa el 3,5% del comercio mundial, una tendencia que solo se puede parar educando a los consumidores acerca de las implicaciones negativas de este fenómeno.