Los mercados financieros inician la semana con cierto optimismo impulsado por la proximidad del día de Acción de Gracias, los posibles avances en las negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia, y las crecientes expectativas de una reducción de tipos de interés por parte de la Reserva Federal en diciembre.
Sin embargo, Juan Ignacio Crespo, analista financiero independiente, advierte que bajo esta aparente calma existen importantes amenazas.
Juan Ignacio Crespo advierte sobre burbujas tecnológicas y riesgos ocultos en las bolsas que pueden llevar a una gran caída "entre noviembre y febrero".
"Hay prácticamente una unanimidad en la opinión ahora mismo de que las valoraciones en las bolsas, sobre todo de las empresas tecnológicas que se dedican a la inteligencia artificial, están muy hinchadas"
Crespo identifica varios focos de riesgo que no están recibiendo suficiente atención: "La merma de la liquidez en los mercados monetarios de Estados Unidos, los problemas que tienen ahora mismo las empresas que dan crédito privado no bancario", situaciones que podrían desencadenar turbulencias.
Previsión de corrección en los próximos meses
El analista no duda en establecer un marco temporal para posibles turbulencias: "El riesgo de una bajada importante de las bolsas está, y yo lo estoy situando desde hace meses, en algún momento entre noviembre y febrero", afirma con rotundidad.
Esta previsión cobra relevancia tras los episodios de volatilidad experimentados la semana pasada, cuando se produjo "un día de caída importante de las bolsas y todo provocado por las tecnológicas, una subida de la volatilidad muy fuerte".
El analista sugiere mantener un criterio independiente, señalando que "lo que digan los gobiernos sobre el crecimiento económico y sobre la recesión, por principio, lo que hay que hacer es no creérselo".
A pesar de los riesgos globales, el analista ve con buenos ojos la evolución de la bolsa española, que ha superado máximos históricos: "Desatada. Si nos dicen hace año y medio que íbamos a superar ese límite de los casi 16.000, que fue el máximo alcanzado en los momentos de la burbuja inmobiliaria, es decir, en 2007, a lo mejor no nos lo hubiéramos creído".
