Los bancos locales han jugado desde siempre un papel importante en el desarrollo económico, social y político de una región. Y en especial en Italia, un país marcado por sus municipios y un profundo vínculo con el territorio. Un ejemplo de ese desarrollo lo encontramos en los bancos de la región del Véneto, formada por la ciudad de Venecia y las provincias de Vicenza, Treviso, Verona, Padua, Rovigo y Belluno.

Si hablamos del origen de los bancos cooperativos en Véneto debemos remontarnos a la segunda mitad del siglo XIX. El primer banco cooperativo de la región nació en 1866 en la provincia de Vicenza bajo el nombre de Banca Popolare di Vicenza. Y en el año 1877 se fundó en la provincia de Treviso Banca Popolare di Montebelluna, el actual Veneto Banca.



El nacimiento de estos bancos dio pie al desarrollo de otros bancos cooperativos en distintos lugares del Véneto. De hecho, la fundación de estos bancos permitió que se modernizasen distintas áreas de la región, como fue el caso de Montebelluna.

Y en esa espiral de desarrollo destaca una época en concreto: los años 60 y 70. En esa época, se establecieron decenas de miles de pequeñas empresas industriales respaldadas por préstamos bancarios. Y estos dos grandes bancos del Véneto estaban en el centro de esa vanguardia empresarial. Aquí encontramos nombres concretos como las marcas de moda Benetton y Stefanel, los fabricantes de gafas Luxottica y Safilo o el grupo de calzado Geox. Todas estas compañías formaron parte de lo que se conoce como el milagro económico del noreste de Italia.

Por tanto, la década de los 70 permitió que el Vicenza y el Montebelluna se fortaleciesen. Peor luego llegaron los 80 y con ellos una fase de innovación tecnológica en el sistema bancario: se compraron los primeros cajeros automáticos y muchos bancos se unieron a proveedores de tarjetas de crédito.

Le siguieron los años 90, década de cambios con  el inicio del mercado único europeo y la ratificación del Tratado de Maastricht. Aquí surgió un dilema para los bancos pequeños y medianos: crecer o sucumbir.

Y la región del Véneto no era inmune a esto: fueron años de complejas cadenas de fusiones y adquisiciones. El Montebelluna se movió en tres frentes: la toma de otros bancos, el enfoque europeo y una reorganización interna para gestionar mejor su actividad, puesto que no era un simple banco cooperativo, sino un grupo.

Aquí cambió su nombre a Veneto Banca y se lanzó a por unos objetivos más amplios: asumió el control de varios bancos como el Banca di Bérgamo, Banca Meridiana y Banca del Garda. Y comenzó una serie de adquisiciones estratégicas como la de Banca Italo Romena, el Eximbank moldavo o Banca Italiana di Sviluppo.

Banco Popolare di Vicenza hizo lo mismo: incorporó la Banca Popolare di Lonigo, Banca Popolare di Thiene, Banca Popolare di Venezia entre una larga lista de bancos cooperativos del noreste de Italia. A partir del año 2000 comenzó su expansión más allá del Véneto hacia Génova, Pavia, Parma o Piacenza y compró acciones minoritarias en bancos de Eslovenia, Republica Checa, Eslovaquia, Hungría y Croacia.

En la actualidad, ambos grupos superan las 600 sucursales y cuentan con alrededor de 6.000 empleados cada uno. Grupo Veneto Banca suma más de 40.000 accionistas, mientras que Banca Populare ronda los 60.000. Quién diría que ambas entidades están ahora en el ojo del huracán de la crisis bancaria italiana.