Cuenta con tantos detractores como amantes. Eurovisión es la cita musical del año en la que gane quien gane, aunque en esta terna España no suele acabar en buena posición, es todo un negocio. La ciudad que lo acoge se frota las manos.

Las principales cadenas públicas de televisión del continente ponen millones para sus delegaciones en un evento con audiencias astronómicas. ¿Cuánto cuesta la cita de Turín de este 2022? ¿Es rentable apostar tanto por tan poco?

Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:

Las astronómicas cifras de Eurovisión 2022: ¿cuánto cuesta?

Mientras la ciudad italiana de Turin brilla entre optimismo y compases, los costes del evento se disparan hasta los casi 15 millones de euros con déficit de 9,5 millones que tendrá que asumir el municipio

Las apuestas van por Ucrania. Es la propuesta que escuchan la que traen desde Kiev y esgriman, para su victoria, la razón que prefieran aunque algunos dicen que las metralletas y los tanques de Vladímir Putin han tenido algo que ver.

Eurovisión es diplomacia (cultural), pero política al fin y al cabo. La gala de este año desde Turín va a poner un ojo, queramo o no, en Moscú. Europa, con la música, quiere hacer entender al Kremlin que la unión por y para Ucrania está ahí.

Es desde 1956 desde cuando el Festival de Eurovisión congrega a todo un continente (aunque más allá también nos observan) en torno a la mal llamada ‘caja tonta’. Horas y horas de música, luces y coreografías (algunas imposibles) ante los ojos de los más de 200 millones de espectadores de media que desde cualquier rincón del planeta miran cada año hacia la ‘cuna’ de Occidente.

Un concurso, Eurovisión al final no es otra cosa, en la que 39 países nos muestran (mostramos) nuestra cara más amable. Damos forma a los prejuicios que fuera de aquí tienen de nosotros y votamos (aunque no siempre) a lo que más nos convence.

Eurovisión es la historia de una integración entre guerra y guerra. Nació al albur de la Unión Europea de Radiodifusión donde las principales cadenas públicas (y algunas privadas) del viejo continente se dan cita entre Ginebra y Bruselas para favorecer la creación de una verdadera comunidad europea no solo unida por la moneda sino también por la cultura.

Australia e Israel juegan en esta liga. Rusia y los países de más allá de Polonia hacia el este también entran en el terreno de juego cada año en un afán de integración sin precedentes aunque aunque con contadas excepciones, los grandes vencedores históricos del certamen han sido los países del norte del continente.

Suecia, es otra de las propuestas que se llevan, y la que, si Ucrania no estuviera como esta, podría optar a llevarse a Estocolmo, otra vez más en algo menos de seis años, el micrófono de cristal que otorga este festival de la canción al vencedor de la guerra musical.

Aunque entre Bakú, Tel Aviv o Róterdam (COVID-19 mediante en una edición de 2020 cancelada por la pandemia) este año las miradas se van a aquí. ¿Destino 2022? Turín.

Descontrol en Turín

A Torino, a Turín, este festival se le va a hacer bola, pero por lo que le va a costar.

A sus cerca de 900.000 habitantes la factura para Eurovisión puede que se les haga pesada y no es para menos. Parecerá trivial por el tema a tratar, pero los millones que se llevará tras de sí este festival son unos cuantos.

Turín es hoy emoción por Eurovisión, pero Turín también es una fuente de capital sin precedentes para las arcas municipales. A cargo del ayuntamiento de esta ciudad del norte de la bota italiana irán 14,8 millones de euros, según ha desvelado en las últimas horas el diario El Corriere della Sera frente a las contribuciones de los patrocinadores de apenas 5 millones.

Es decir, el déficit para los vecinos queda sobre los 9,5 millones de euros que tendrán que asumir así porque sí.

Son métricas que el concejal de festejos de Turín, Mimmo Carretta ha confirmado. No son definitivas pero, dice, es lo que se maneja en un momento en el que quieren ir reduciendo costes para que el escándalo no vaya a más.

Millones rentables en televisión

Dinero que va a un espectáculo que, en la última edición, tuvo 182 millones de espectadores. Aquí en España, un 30% de cuota de pantalla, es decir, tres de cada diez españoles que aquel día, en aquel momento, estaban viendo la televisión permanecían atentos a lo que pasaba en el escenario de Eurovisión.

Viendo esto, ¿es rentable organizar el certamen? Atendiendo a los últimos datos que tenemos podemos decir que sí. La edición de 2018, la celebrada en Lisboa supuso para la capital lusa una inyección directa de 100 millones de euros, superando a la de la Exposición Universal.

La producción apenas costó unos 20 millones de euros aunque el gasto en otras como la de Azerbaiyán de 2012 se disparó hasta los 100 millones con apenas 8 millones de beneficio.

Un viaje... ¿de 9.000 euros?

Viajar a la ciudad que acoge el festival en estas fechas tampoco es barato. Un fin de semana en Turín (este fin de semana) con asistencia al evento puede dispararse a los 9.000 euros con una entrada que está sobre los 2.000 y el resto del viaje a precio de oro (o, según el mercado, algo más caro, incluso).

Eurovision es una máquina de imprimir billetes moviendo a su alrededor de miles de personas, desde los técnicos hasta las delegaciones pasando por los periodistas. El festival, en sí, cuesta unos 20 millones de euros.

¿Cuánto se gasta RTVE?

Y a todo esto, ¿por cuánto nos sale que RTVE envíe a Chanel Terrero a Turín? La corporación pública ha hecho públicas esta misma semana las cuentas y barato no es. El Portal de Transparencia de RTVE habla de un presupuesto total de 637.984,18 euros, 20.000 euros más de lo que se estimó para la candidatura de Blas Cantó en 2021 (aquella que repitió por la pandemia).

Por un lado aquí tenemos los gastos externos (derechos de emisión, alquiler de equipos, dietas y alojamiento y lo que le pagamos a la artista) donde se destinan algo más de 543.000 euros y el resto, los internos, de 94.000 para el personal técnico. Todo este dinero es una simple estimación. Luego puede gastarse o ahorrarse algún euro.

Aunque este año las cuentas las ‘engorda’ el Benidorm Fest, donde se escogió (disputa mediante) a la candidata en una edición que supusieron para las arcas de RTVE unos 3,4 millones de euros.

El misterio de Albania

Alemania, Países Bajos y Bélgica, por ejemplo, suelen votar a Turquía y Armenia por la fuerte presencia de comunidades locales en sus territorios. O está el caso de los países escandinavos, que parecen formar un bloque con Islandia y Finlandia.

En las quinielas de este año está Ucrania como favorita y la española de SloMo esperando a poder oír, aunque sea de lejos, aquello de los 12 puntos que ya no proceden de Portugal o Francia, como mandan unas saludables relaciones de vecindad, sino de otros territorios de más allá como Albania que enamorados de Julio Iglesias o la literatura manchega de Miguel de Cervantes, esperemos que este año quieran también hacer de Chanel su candidatura ganadora. Aunque de sobra es conocido que Eurovisión, guste o no, encandila y tiene vida propia.