De Queen a Pink Floyd, pasando por Bob Dylan, Bruce Springsteen o Michael Jackson. Sony Music lleva tiempo comprando el catálogo de los grandes artistas de la música del siglo XX para contrarrestar a los inversores que se hacen con las canciones más célebres de la historia para especular, especialmente las firmas de inversión musical respaldadas por capital privado.
La música de catálogo está acaparando una cuota cada vez mayor del consumo musical, sobre todo, en los mercados occidentales más desarrollados, a medida que las generaciones más jóvenes escuchan canciones antiguas a través de plataformas de streaming.
Casi la mitad de las 200 canciones más populares del año pasado eran antiguas. Un cambio sustancial en poco tiempo. En 2020, solo el 24% de esas canciones no eran nuevas. En total, ha cerrado acuerdos por valor de 2.500 millones de dólares, repartidos en más de 60 inversiones a lo largo del año pasado.
Sony Music ha cerrado acuerdos por más de 2.500 millones de dólares repartidos en 60 inversiones a lo largo del año pasado
Las canciones de siempre, un producto nuevo
Según Rob Stringer, que lleva al frente de Sony Music ocho años, su estrategia no se basa en tácticas especulativas. Bajo su mandato, la compañía ha competido por los catálogos de Michael Jackson, Bob Dylan, Bruce Springsteen y Paul Simon. El año pasado adquiría los derechos de Queen y Pink Floyd por más de 1.000 millones de dólares.
No solo es una cuestión de aprovechar los ingresos ‘pasivos’ que ofrece una estrategia así. El punto está en crear más valor a partir de los acordes grabados y publicados hace varias décadas.
En el caso de Queen, por ejemplo, Sony se hacía con los derechos de nombre e imagen que le permitirán generar ingresos en merchandising y eventos.
Según Stringer, Sony colabora con más de 800 empresas en el uso de la IA para crear productos, proteger el contenido y detectar las copias pirateadas.