El 20 de noviembre arranca la ceremonia de inauguración del Mundial de fútbol más polémico de los últimos años. El Mundial de Qatar dará su pistoletazo de salida marcado por las denuncias de ONGs como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, que ponen en evidencia las graves violaciones de Derechos Humanos que se producen en el país. Por eso lo califican como “el Mundial de la vergüenza”.

Se han constatado graves violaciones de derechos fundamentales y abusos laborales que sufrieron los trabajadores durante la construcción de los estadios en los que se van a disputar los partidos. En su inmensa mayoría eran migrantes y fueron contratados bajo un sistema de patrocinio, también conocido como kafala. Dicho sistema es una norma de casi esclavitud que regula las relaciones laborales entre los trabajadores y los empleadores y que facilita el abuso y la explotación de los operarios en más de un país de la península arábiga. No tienen apenas derechos ni tampoco gozan de la posibilidad de reclamarlos, puesto que los empleadores les retienen sus pasaportes y deciden su estatus legal. Como consecuencia, miles de personas han muerto durante la construcción de los estadios de fútbol.

Mujeres sometidas y homosexualidad criminalizada

Las mujeres tampoco tienen derechos fundamentales, pues estas sufren una gran discriminación. Están sometidas a un sistema de tutela que las hace dependientes de una figura masculina para tomar cualquier decisión básica de sus vidas: estudiar, trabajar, conducir, viajar al extranjero, acceder a puestos gubernamentales y un largo etcétera. Asimismo, si deciden divorciarse, el Estado les retira la custodia total de sus hijos.

Además, Qatar criminaliza y penaliza la homosexualidad con hasta siete años de cárcel. El embajador del Mundial, Jalid Salman, defendió esta postura semanas atrás calificando las relaciones homosexuales de “desviaciones mentales” y advirtió a los aficionados al fútbol que asistieran a la competición de que tendrán que aceptar sus reglas.

Los aficionados que quieran viajar a apoyar a sus selecciones deberán seguir una serie de reglas bastante estrictas. Entre las prohibiciones está hacer celebraciones en las calles, hablar con la mujeres autóctonas, portar artículos religiosos o mostrar la bandera del orgullo, vestirse "de forma muy reveladora", hacer demostraciones públicas de afecto, fumar en público o, como nueva restricción, consumir cerveza dentro de los estadios, el único alcohol que hasta el momento estaba permitido.

El papel de la FIFA

La FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado) ya conocía las carencias en Derechos Humanos de Qatar cuando le concedió en 2010 la organización del torneo. Las leyes del régimen están muy alejadas de los propios estatutos de la Federación. En concreto, el artículo 4 aboga por la “lucha contra la discriminación, la igualdad y la neutralidad”.

Las selecciones de fútbol no están al margen de estas injusticias y muchas de ellas han escrito una carta a la FIFA en la que le han pedido que respete los Derechos Humanos. Asimismo, las federaciones de fútbol han comunicado que seguirán apoyando un fondo de compensación para los trabajadores inmigrantes. En respuesta, el presidente de la Federación, Gianni Infantino, pidió a los participantes que se centren en el torneo y que “no permitan que el fútbol se vea arrastrado a todas las batallas ideológicas o políticas que existen”.

No es la primera vez que la FIFA elige como sede del Mundial a un país polémico. Amnistía Internacional también denunció en el Mundial de 2010 en Sudáfrica los desalojos forzosos de familias de sus hogares para poder construir estadios nuevos. En el Mundial de Rusia de 2018 también denunciaron la anexión de Crimea o Georgia, lo que, dicen, “apunta a que es muy probable que siga pasando, porque lleva ocurriendo mucho tiempo”.

Como rechazo a las graves violaciones de Derechos Humanos, son varios los artistas que han rechazado ir a la competición. Entre ellos se encuentran el cantante británico Rod Stewart que, según ha declarado, rechazó un contrato de más de un millón de dólares por principios porque no le parecía correcto ir. La cantante Dua Lipa también sonó como candidata para la ceremonia de inauguración pero ella misma negó que se hubiera producido negociaciones y aseguró que visitaría el país cuando se cumplieran todos los derechos fundamentales. Por su parte, Shakira era una de las artistas confirmadas que, tras recibir muchas críticas, habría declinado la invitación, a pesar de que esta información no se ha confirmado oficialmente. La selección española ofreció al streamer Ibai Llanos viajar con ellos al campeonato, lo que el creador de contenido rechazó para mantenerse fiel a sus principios.

Las selecciones de fútbol también han querido reivindicarse: los capitanes de Países Bajos, Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Suiza, Gales e Inglaterra llevarán un brazalete en el que lucirá la bandera del orgullo LGTBI. La selección de Dinamarca ha decidido lucir una camiseta durante los partidos de la competición en la que los logos como el escudo, la marca, etc. están prácticamente borrados haciendo referencia a la invisibilidad de los Derechos Humanos en Qatar.