No es ningún secreto que el nuevo Presidente de EEUU quiere derribar el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) porque piensa que es el peor acuerdo jamás firmado. Un acuerdo firmado a finales de 1993 por Bill Clinton que permite el comercio sin aranceles entre México, EEUU y Canadá. Entró en vigor el 1 de enero de 1994 y desde entonces ha estado en el punto de mira por las luces y sombras que ofrece.



Por aquel entonces, republicanos y demócratas apoyaron el tratado por igual, ya que prometía impulsar el empleo a ambos lados de la frontera. Pero la realidad es distinta. Según Trump, México es el que más se ha beneficiado y es el responsable de la pérdida de empleo y el estancamiento de los salarios en EEUU.

Pero México no está del todo de acuerdo. Para el país, el NAFTA también tiene sus altibajos. Ha impulsado industrias como la automotriz, pero también ha dejado víctimas por el camino. La industria juguetera fue en su día una de las más afectadas, con la desaparición de más de 200 empresas.

La industria automotriz en México ha sido uno de los sectores más beneficiados por el NAFTA. Y, por tanto, México teme que la imposición de aranceles desplome todo lo que ha construido. Su industria automotriz depende de EEUU, porque el 77% de los vehículos que exporta México van a parar allí. Un sector que representa alrededor del 18% del PIB manufacturero, el 3% del PIB total y genera unos 900.000 empleos directos. Por eso, México mantiene su interés en renegociar el acuerdo.

Y aunque Canadá no está en el punto de mira de Trump, teme los daños colaterales. Cualquier tarifa o arancel que se aplique podría repercutir en su país, dado que un 70% del comercio canadiense está en manos de EEUU.

Pero Canadá también tiene la sartén por el mango, ya que es el principal comprador de productos estadounidenses, algo que su presidente, Justin Trudeau, recuerda a Trump.

Ahora toca hacer balance para ver quién gana y quién pierde en el acuerdo.