El Club Bilderberg celebra su reunión anual en la ciudad alemana de Dresde. Acuden 130 de las personas más influyentes del planeta para determinar el devenir del mundo.

El grupo no permite que a sus reuniones acceda la prensa. Tampoco se emite ninguna declaración pública y todo lo que allí se habla es confidencial, por lo que se va a saber muy poco de las decisiones que se adopten. Pero, desde que hace tres años el grupo crease un gabinete de prensa, al menos, sí se conocen los temas que se van a tratar. Este año debaten sobre problemas de actualidad, como la migración, ciberseguridad y la situación de las clases medias. También del momento que viven China, Rusia, Oriente Medio y la economía de Estados Unidos.

La edición número 64 tiene como presidente a Henri de La Croix de Castries, un noble francés más conocido por ser el CEO de AXA Group. También acuden personalidades tan influyentes como la directora del FMI, Christine Lagarde, el cofundador de PayPayl, Peter Thiel, el exdirector de la CIA, David Patraeus, o el exsecretario de Estados Unidos, Henry Kissinger

Tampoco podían faltar a la cita los líderes de las principales petroleras del mundo. El crudo es la materia prima que rige el devenir de los mercados, por lo que los jefes de Galp, BP y Royal Dutch Shell también tienen algo que decir.

En esta edición han sido invitados tres españoles: Ana Patricia Botín, presidenta del Banco Santander, César Alierta, presidente de Telefónica y Luis Garicano, asesor económico de Ciudadanos. Además la reunión cuenta con un cuarto español, el académico de la RAE, Juan Luis Cebrián, que forma parte del comité permanente del Club Bilderberg.

La primera reunión, celebrada en 1954, fue financiada por el banquero David Rockefeller. Hoy en día es el estado que acoge el evento el encargado de pagar los gastos. También tiene que controlar la seguridad, que este año corre a cargo del ejército. Siempre tiene lugar en un hotel de lujo. Esta vez el lugar elegido es un hotel cinco estrellas situado en la ciudad alemana de Dresde.

El secretismo que rodea al club Bilderberg no se salva de las teorías conspirativas. Se les acusa de intentar imponer un gobierno mundial, basado en el dominio capitalista y en una economía planificada.