El noveno hombre más rico del mundo, Michael Bloomberg, ha lanzado su guante a la arena presidencial. Va subido a su propia división acorazada, 56.000 millones de dólares, y tiene un nombre de sobra conocido en los hogares de Norteamérica.

Estas podrían ser, sin embargo, sus dos únicas ventajas. Su apoyo a nivel nacional, según diferentes encuestas, no llega ni al 4% que requiere para estar en el próximo debate demócrata en diciembre.

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Los puntos débiles de Bloomberg

En su hemeroteca no faltan comentarios cuestionables hacia las mujeres y, como alcalde neoyorquino, del 2002 al 2013, en parte con el Partido Republicano, respaldó la mano dura policial, que se ensañó especialmente con los barrios de las minorías. Algo por lo que ha pedido perdón.

Bloomberg no ha presentado un plan de propuestas concretas, pero es un gran defensor de limitar la venta de armas, hacer una reforma energética y ampliar el seguro público de salud.

Su campaña moderada y amiga de los negocios es la antítesis de la izquierda populista que representan los senadores Bernie Sanders y Elizabeth Warren, que le pisan los talones al moderado Joe Biden. Ahí se juega la partida por el alma del Partido Demócrata.

Bloomberg ataca: gasta 100 millones en anuncios contra Trump

Su apuesta llega muy tarde; de hecho Michael Bloomberg no llegará a competir en los caucus de Iowa o en las primarias de New Hampshire, e irá directamente a por el premio gordo de las citas de marzo, donde se juegan la mayoría de los delegados.

El exalcalde, de 77 años, ha dicho en un comunicado que “derrotar a Donald Trump es la lucha más importante y urgente de nuestras vidas”.

Podríamos acabar viendo un duelo entre dos millonarios septuagenarios de la Gran Manzana.