Salamanca provoca un terremoto en los mercados mundiales. Berkeley, la minera que tenía en Retortillo su “gallina de los huevos de oro”, se ha rendido a los vaivenes y pedido a media mañana a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que suspendiera su cotización por un problema en sus filas.

¿Qué ha pasado? ¿Por qué esta minera está haciendo temblar el tablero de la geopolítica?

Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:

El engaño a Omán por Berkeley que amenaza con hundirla

El fondo soberano del país del Golfo Pérsico reclama el pago inmediato de 56 millones de euros a la minera por el fracaso de Retortillo

La situación en Berkeley es más que complicada. Lo de hoy es la última gota que ha colmado un vaso que está a rebosar desde que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), el pasado 12 de julio vetara su proyecto de la mina de uranio que quería levantar en el municipio salmantino de Retortillo, al sureste de Castilla y León.

El informe que emitió el departamento fue duro con la australiana. Alegaban una “gran número de deficiencias” en las propuestas de la empresas para almacenar los residuos nucleares derivados de su actividad. Y es que querían usar Retortillo como un “cementerio” para el uranio que “ya no servía”.

Un proyecto que, como detallaba ante la Comisión para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico en el Congreso de los Diputados Josep María Serena i Sender, el presidente del Consejo de Seguridad Nuclear, un proyecto (un expediente) eterno.

La población se oponía a ello. No querían ser los habitantes de un municipio de la España vaciada el próximo Palomares y, a pesar de los empleos que prometían crear o las bondades económicas de tener a una multinacional como Berkeley llamando a la puerta de su casa.

200 habitantes que hicieron valer su fuerza y su causa, la defensa de una dehesa centenaria en la comarca, fue el aval que utilizaron los expertos para terminar decidiendo que Berkeley quedaba “vetada” en Retortillo.

Montaña rusa

Durante aquel día, recordemos, el 12 de julio, Berkeley sufrió una oleada vendedora que le dejó tiritando en el mercado. En apenas 17 horas de negociación, lo que fueron dos días, la firma se desplomó un 61% en el mercado (de media), porque el día que se conocía la noticia se hundía un 58%

Desde entonces… lo comido por lo servido en el valor y en octubre, hasta hoy, se mantenía en la zona verde del mercado, sin tirar la toalla, ni dentro ni fuera, ganando posiciones a medida que el informe negativo del Consejo de Seguridad Nuclear se va desvaneciendo en el horizonte.

Y es que todavía tiene que decidir el Gobierno qué hace con la mina de uranio de Berkeley aunque el mercado tiene ya por descontado que el expediente se quedará en un cajón cogiendo polvo porque las dos patas que sostienen al poder ejecutivo, PSOE y Unidas Podemos, ya han mostrado su predisposición a acabar definitivamente con el proyecto.

Aunque desde Berkeley insisten en que a otras empresas que, a lo largo de la historia (unas cuatro) han puesto en marcha proyectos similares como el que ellos plantean para Retortillo, a otras empresas no se les ha exigido lo que a ellos se les pide.

Tambores de guerra

En los tribunales, la batalla está siendo ardua (acusa incluso al CSN de actuar fuera de la legalidad). Pero es que ahora, en el consejo de administración de la minera, no se quedan lejos.

Suenan tambores de guerra desde hace unas horas después de que el fondo soberano de Omán (una de las naciones más ricas del Golfo Pérsico) que tiene voz y botón en el consejo a través de la filial Singapore Mining Acquisition, haya reclamado YA la amortización de la deuda de 65 millones de dólares (al cambio actual, unos 56 millones de euros).

El fondo omaní, que contaba con más de 20.000 millones de dólares en activos bajo gestión al cierre de 2019, se lanzó hace tres años en respaldo del proyecto de Retortillo, atraído por la potencial rentabilidad de la extracción de uranio, un mineral cuya producción está copada por Kazajstan y que tiene una alta demanda en países como Japón, Francia o China.

Paul Atherley, ex consejero delegado de Berkeley, fue el encargado de convencer a los inversores del país arábigo de las bondades del desarrollo minero.

No hizo falta demasiado.

Pero ahora se viene abajo el “affair”. Ruptura de relaciones con una firma que, viendo que el proyecto minero que tenía en nuestro país y con el que se las prometía, se queda en papel mojado, quiere salir inmediatamente de una Berkeley en la que aterrizó con el firme propósito de hacerse con hasta el 37% del capital.

¿Por qué reclama ahora el fondo omaní el dinero? ¿Qué le ha llevado a querer deshacer posiciones de una manera tan abrupta? Poco se sabe de ello, aunque todo apunta a una pérdida de interés.

Berkeley ha dicho que, de momento, no va a pagar y, en consecuencia, no va hacer cumplir el acuerdo cerrado en agosto de hace ahora 4 años, en 2017, con el fondo soberano del país persa que le ofrecía un crédito de 65 millones convertible en acciones (vencía este pacto a finales de mes) y ahora, antes de que expire el plazo, dice habérselo pensado mejor y no quiere quedarse en la minera.

Una empresa que, a grandes rasgos, todo lo que ha hecho en el último lustro lo ha hecho a cargo de la cuenta de los omanís que han pagado toda una actividad (la poca que ha tenido) que está dejando de ser rentable (en gran medida, por la culpa de Retortillo).

En menos de cuatro meses Berkeley ya ha visto cómo sus acciones, al menos en España, se suspendían de cotización. La primera, la de julio, por subasta de alta volatilidad; la segunda, hoy y por decisión propia.

Fuera de cotización

Porque viendo que se le venía una fiebre vendedora encima, ha pedido a media mañana a la Comisión Nacional del Mercado de Valores que suspendiera la negociación de unos títulos que en Madrid y Sidney (Australia) que están congelados sobre los 0,19€/acción aquí en el Continuo y en los 0,32€/acción en el parqué australiano.

En Londres si han decidido mantener la negociación. Para poco porque a esta hora cae sobre el 34% hasta, por la mínima, rozar las 11libras/título.

De momento, Berkeley dice que está tratando de “desmontar” al ministerio para la Transición Ecológica y el Consejo de Seguridad Nuclear para que Retortillo salga adelante. Si no pasa, preparan ya la petición de indemnización por daños y perjuicios al Estado por más de 400 millones de euros (lo que dicen haber invertido en la mina salmantina y lucro cesante).

Así las cosas, desde Salamanca, pasando por Omán y aterrizando en Australia, Berkeley trata de luchar como puede por un proyecto que nadie quiere.