¿Microchips dentro de la piel a modo de tarjeta identificativa? Parece cosa del futuro, pero en la empresa de Winsconsin Three Square Market, ya son 50 los trabajadores que se presentan voluntarios para que les implanten uno de estos microchips. Su objetivo es agilizar tareas dentro de la empresa. Para Roberto Espinosa, socio-director de LTC Madrid esta decisión responde también "a motivos de marketing" ya que su utilidad será "la de una tarjeta de identificación como la que tienen muchas empresas".



Explica también que es una tecnología a la que estamos muy acostumbrados y que es la misma que utilizan las etiquetas de ropa. Se trata de un lector de información, es decir, que no transfiere datos, y que se utilizaría para entrar y salir de la empresa, hacer fotocopias o pagar en máquinas expendedoras. Se implantaría en la mano y tiene el tamaño de un grano de arroz. El precio de estos chips es de unos 300 dólares, pero para Espinosa su principal problemática es ética no económica. y de "hasta donde llegamos con este tipo de tecnología".


La vulneración de la privacidad es una de las preocupaciones que despierta este tipo de tecnología, aunque "desde el punto de vista técnico es un chip pasivo que solo se puede leer en determinadas situaciones con determinados aparatos" nos explica Espinosa, y además "ya estamos localizados con el móvil". Dice que la iniciativa de Three Square Market es "la punta de lanza", aunque no piensa que el uso de los implantes se vaya a generalizar, sobre todo fuera de EEUU.


Son varias las problemáticas que rodean a los microchips, y una de ellas es hasta qué punto estos implantes son buenos para la salud. Para Espinosa esto no es un problema ya que "se lleva aplicando mucho tiempo en nuestras mascotas". También destaca que ya se aplican en medicina para mejorar la calidad de vida de ciertas personas como los marcapasos, los implantes de médula o incluso se implantan en el cerebro de enfermos de parkinson.