El Foco de Mercado Abierto lo ponemos en la espiral salarial en Japón. La salud fiscal de Japón inquieta tanto dentro como fuera de sus fronteras.

El país del sol naciente lleva dos décadas aferrado a una política monetaria ultraexpansiva para elevar una inflación que se había mantenido en mínimos durante años, hasta que el encarecimiento de costes acelerado por la guerra de Ucrania paró en seco esa tendencia.

El Banco de Japón resiste como el último bastión de los grandes bancos centrales en mantener una estrategia ultralaxa con los tipos de interés, a pesar de la galopante inflación, que en diciembre alcanzó el 4%, su valor más alto desde 1981.

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La guerra más allá de Occidente: Japón sufre también por los salarios

El último bastión de los grandes bancos centrales en mantener una estrategia ultralaxa con los tipos de interés que en diciembre alcanzó el 4%, su valor más alto desde 1981

Japón es la nación industrializada más endeudada del planeta y subir la rentabilidad de los bonos a diez años haría aún más pesada la carga del pago de la deuda pública, que dobla su producción económica anual.

El IPC de Tokio creció un 4,3% interanual en enero, marcando un récord en cuatro décadas y doblando el objetivo fijado en 2013 por el banco central para mantener la estabilidad de precios. Es el indicador que utilizan para saber lo que ocurrirá en el resto del país porque desde la capital se organizan todos.

Este es el contexto en el que los salarios, desde diciembre, no han dejado de aumentar. De hecho, fíjense si ha sido acelerado el asunto que el ritmo es el más elevado desde hace 26 años. Lo que se les ha subido el sueldo a los trabajadores japoneses ha sido un 4,8%, mucho más allá de la estimación del 2,5% de los economistas.

Con la evolución de los salarios estrechamente vinculada a la posibilidad de un cambio de política en el Banco de Japón, la ganancia inesperadamente grande puede avivar las apuestas del mercado de que el banco central ajustará o se alejará de su programa de estímulo bajo un nuevo gobernador.

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Señales de incrementos salariales que también pueden brindar algunas noticias positivas para el primer ministro Fumio Kishida, cuyo apoyo público se mantiene en niveles reducidos en medio de las continuas renuncias que afectan a su gabinete.

Los últimos datos, también es verdad, se han visto impulsados por las bonificaciones - las pagas extraordinarias - de diciembre, que fueron un 7,6% más altas que las del año anterior.

Los salarios reales también han subido por primera vez desde marzo, alcanzando un aumento del 0,1%, una cifra que muestra que los aumentos salariales en Japón aún están lejos de proporcionar a los hogares un poder adquisitivo adicional tal como para suplir el rebote de la inflación.

Cambios en la primera línea

La especulación sobre la dirección de la política monetaria continúa a fuego lento mientras el gobierno se prepara para hacer su nominación para el reemplazo de Kuroda a finales de este mes.

Un informe de Nikkei Asia de hace unas horas decía que el Gobierno estaba tanteando al vicegobernador Masayoshi Amamiya para convertirse en jefe del BOJ. Los economistas e inversores ven a Amamiya como el favorito más cercano a ser un candidato de continuidad.

Japón ha estado a la zaga de otras potencias en la recuperación tras el momento álgido de la pandemia. El FMI mejoró el lunes sus previsiones de crecimiento en 2023 para la tercera economía mundial, aunque sean solo dos décimas, hasta el 1,8%, un repunte de cuatro puntos con respecto a 2022.