Legitimidad bajo mínimos y con retos por delante. Ginebra es esta semana el escenario donde se dibujarán las líneas del nuevo comercio internacional tras la reunión de la OMC.

A pesar de los éxitos en la reducción de aranceles y la caída de las tasas de la pobreza desde que se fundara tras la Segunda Guerra Mundial, todavía son muchos los retos para los países que tratan de defender a capa y espada un mundo cada vez menos reconocible.

¿Qué le espera por delante a este grupo? ¿Por qué se especula con la aparición de nuevas tarifas al comercio internacional?

Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:

OMC, el llanero solitario contra un mundo que ya no existe

Citados en Ginebra, los grandes defensores del mercado internacional no esperan avances sustanciales en sus negociaciones aunque podrían anunciar nuevas tarifas al comercio

Son casi tres las décadas durante las que la Organización Mundial del Comercio (OMC) ha ido reduciendo barreras al comercio, solventando arduas disputas y allanando el camino a una globalización que hoy está en jaque.

Desde Ginebra, los más de 164 miembros de este organismo multilateral tienen que acordar en las próximas 72 horas si mantener la moratoria de los últimos 25 años sobre los aranceles al comercio electrónico.

De momento, de frente están India, Sudáfrica e Indonesia esperando para imponer nuevos recargos a las transacciones relacionadas con las aplicaciones de mensajería y videollamadas así como al flujo de datos intercontinentales.

Todavía el mandato está sobre la mesa: proteger al comercio y no perder el rumbo, aunque la legitimidad sobre si es o no factible mantener el camino emprendido hasta ahora queda en entredicho a pesar de los éxitos de un sistema que nos ha protegido desde que se fundara tras la Segunda Guerra Mundial, en 1948, el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio, lo que en 1994 derivó en la Organización Mundial del Comercio.

Desde su creación en 1995, la OMC ha conseguido que los volúmenes del comercio global se hayan duplicado mientras que los aranceles han caído un 9% mientras que miles de millones de personas han salido de la pobreza.

Casi tres décadas después, hoy todo lo construido está en entredicho. Ya fue en 2015 cuando lo que pasó a la historia como el periodo de hiperglobalización estalló e hizo que magnates como el republicano, Donald Trump, tomaran el poder e iniciaran una guerra comercial con China y (también) en el frente europeo que en aras de la defensa de la seguridad nacional amenazó con poner fin a años y años de integración comercial sin procedentes que procuraron un desarrollo económico sin parangón.

Riesgo de la "policrisis"

Ahora todo esto está en peligro.

Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la Organización Mundial del Comercio, habla de “tiempos difíciles” y de negociaciones “por delante”.

La pandemia y no solo. La guerra y la derivada crisis alimentaria que pone en jaque a aquellas economías con ingresos medios y bajos. El riesgo climático.

Una policrisis, así la define la máxima garante del comercio internacional, que nos amenaza como especie porque nos insiste en retrotraer a épocas pasadas en las que el proteccionismo hizo mella en los mercados acabando, de golpe, con todo un mundo que ya no se conoce porque aquella máxima de que si algún miembro de la OMC incumple las normas, el resto de países puede tomar represalias contra él ahora nos deja en un limbo del que, si no se quieren aumentar las tensiones, será difícil escapar.

Más que problemas

En un clima cada vez más enrarecido los defensores del libre comercio cada vez amenazan con más atino la recuperación. De hecho, uno de los economistas jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Pierre-Olivier Gourinchas, advertía hace poco que la fragmentación del planeta en “distintos bloques económicos” atenuados por diferentes ideologías, sistemas políticos, estándares tecnológicos, sistemas de pago y comercio transfronterizos y monedas de reserva. Porque ya no todo el mundo se rige por el dólar.

Y esto hoy lo vemos claro, la invasión rusa de Ucrania, que ha cortado el suministro de los alimentos mundiales y puesto en jaque al sistema, nos hacen cada vez más dependientes y más proteccionistas porque no nos gusta que lo que pasa a miles de kilómetros de distancia tenga efectos en nuestra cesta de la compra.

Retos de la cita

Visto esto, ¿qué hará a partir de ahora la Organización Mundial del Comercio para mantener invicto su legado? La que se compone como la duodécima conferencia interministerial de su historia pasará a los libros por la discusión en torno a los subsidios a la pesca, seguridad alimentaria o la llegada de vacunas contra la COVID-19 al Tercer Mundo.

Con respecto de la pesca, se estima que los subsidios en todo el mundo ascienden a 20.000 millones de dólares de los que la mayoría contribuyen a la sobrepesca. Naciones Unidas estima que esta realidad, en pocas palabras, es biológicamente “insostenible” y el foco queda, en esta ocasiones, sobre India o China.

Más allá quedan las tensiones en el mercado agrícola en un momento en el que gobiernos de todo el mundo distorsionan el comercio con importaciones baratas y aún más bajos sueldos para los agricultores.

Y entretanto, queda el problema de la gobernanza. Todos esperan una reforma de la Organización Mundial del Comercio y, de momento, entre sus filas no se dice nada de ello. Nada ha cambiado desde que se fundara en 1995 y dicen algunos que ya es hora.

Los críticos aseguran que, pese a ser eso, críticos, la Organización Mundial del Comercio, este gran foro multilateral, sigue teniendo sentido para algunos casos; véase el ejemplo del cambio climático.

El sentido de la OMC

Sin embargo, dicen que para otros muchos como, por ejemplo, el de resolver las disputas comerciales cada vez tiene menos sentido que la OMC tenga la última palabra en luchas que viene de bloque incluso más representativos (por el poder) que ellos.

Así es como la Cámara de Comercio Internacional, con más de 45 millones de empresas en más de 100 países, asegura que corresponde a los gobiernos nacionales comprometerse y volver a unir el sistema de comercio.

En cualquier caso, la reforma de todo el sistema hace necesaria la presencia de Estados Unidos y China en el pacto. Pero estos dos bloques se desmarcan porque a lo que van es a la guerra.

Tensiones que se han rebajado en los últimos años, pero que siguen siendo el principal foco de fricciones de un mundo que ya no existe y al que la OMC tiene el reto de adherirse.