En época de guerra, cualquier hueco es trinchera y para Europa, las tierras de un Viejo Continente asediado por las guerras, la energía es ahora el arma arrojadiza del que Rusia tira y que la Unión Europea tensiona. Batería de medidas para ahogar a Putin que dejan sin luz a 500 millones de ciudadanos.

Bruselas, donde los tiempos van al ralentí, pisa el acelerador y hace de la historia su “gasolina”.

Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:

Tiempos de guerra, huecos y trincheras en la que se esconde Europa

Mientras Estados Unidos anuncia el veto a la importación de crudo de Rusia, Bruselas no cierra la desconexión por miedo al desabastecimiento

En dos semanas, en quince días, en 360 horas la historia de Europa ha cambiado por la guerra de un solo hombre. Cortes de suministro con los que amenaza Vladímir Putin al mundo ponen en jaque al mercado. Los precios en el mercado mayorista de la luz baten récord. Hace un año estaban por debajo de los 100€/megavatio-hora y en la subasta que hoy estamos pagando firmaron por encima de los 700 euros el megavatio hora.

Europa consume alrededor de 500.000 millones de metros cúbicos de gas al año y el 40% procede de Rusia.

El Kremlin con esto está contento, pero la Unión Europea, tras su deriva autoritaria, no tanto. Por esto, la Unión Europea se ha lanzado a “hacer algo” porque quietos no se pueden quedar y más después de que el 90% del consumo de gas esté en peligro con más de la mitad llegando por los gasoductos que nos conectan con Moscú.

Putin amenazaba hace unas horas a Europa (sobre todo a los países del Este del continente) con ir al ataque y cortar el grifo. Y el miedo ha ido acelerando su presencia entre las capitales europeas.

En Madrid el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está dispuesto a hacer “lo que sea necesario”. España, ya lo hemos dicho, estaría afectada por la crisis, pero no tanto porque las conexiones con África, sobre todo con Argelia, nos harían algo más “independientes” que al resto de nuestros pares.

En Roma lo decía hace unas horas en la cadena de televisión pública Rai el ministro para el Transición Ecológica, Roberto Cingolani, que entre 24 y 30 meses quieren ser completamente abastecidos por otros territorios.

El país transalpino, donde importan poco más del 40% del gas que utilizan insisten, como escuchamos, en que tienen que ser reemplazadas. 29.000 metros cúbicos que llegan a la bota desde Moscú y que, poco a poco, irán perdiendo impulso.

Luego en París están por la labor de cortar lazos con Rusia porque como ellos tienen la energía nuclear, todo bien. Y la dependencia, ya lo decía hace unas horas en France Inter el portavoz del Ejecutivo de Emmanuel Macron, es mucho menor que, por ejemplo, Finlandia o los Países Bajos.

Y esto llega después de que Alemania y su canciller, Olaf Scholz, haya reconocido en las últimas horas que va a ser difícil desconectarse “completamente” del negocio ruso. Por esto quedan fuera de las sanciones impuestas por Europa.

Ni Gazprom ni Sberbank ni Gazprombank están siendo objeto de sanciones, por el momento, supone unos 660 millones de euros diarios para Moscú.

Europa quiere, pero no puede

De momento, lo que tenemos claro es lo que decía la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, hace unas semanas: no sabemos hasta dónde va a llegar esto. El barril de petróleo podría alcanzar como nos dicen los analistas (e incluso superar) los 148 dólares. ¿La alternativa?

Así, la Comisión Europea apuesta por independizar a Europa de los combustibles fósiles rusos mucho antes de 2030, empezando por el gas, a raíz de la invasión rusa de Ucrania. El plan de Bruselas intenta afrontar la escalada de los precios de la energía en Europa y hacer acopio de reservas de gas para el próximo invierno.

De esto tenemos, al menos, para 30 días según avanzaba, Kadri Simson es la comisaria europea de Energía.

El Banco Central Europeo ha calculado recientemente que la crisis de los precios de la energía reducirá el crecimiento del PIB en 0,5% en 2022.

Bruselas presentará en junio una comunicación dedicada a la energía solar "para desbloquear su potencial" y desplegar 10 millones de bombas de calor en los próximos cinco años "para ayudar a las familias europeas a reducir su dependencia del gas y sus facturas de energía".

Esto se podría hacer trayendo el gas de Argelia, pero cuesta dinero. España se configura como centro de operaciones aunque si nos pagan y financian.

Nuevas estrategias europeas que, en ningún caso, contemplan cerrar el grifo del petróleo ruso como sí que hace Estados Unidos. Porque aunque en la en época de guerra, cualquier hueco es trinchera, Europa tampoco se atreve a virar el timón 180 grados y los pies de Bruselas, aunque algo derretidos, siguen siendo de plomo.