En la décima edición del programa STEM Talent Girl, impulsado por la Fundación ASTI, Lucía López, directora de Relaciones Institucionales de la fundación, compartió en Cibercotizante su experiencia y visión sobre cómo despertar vocaciones científico-tecnológicas entre niñas y jóvenes

Una misión clara: despertar vocaciones desde los 8 años

“La misión de la Fundación ASTI es promover, despertar y acompañar las vocaciones científico-tecnológicas de los niños y de las niñas desde edades muy tempranas”, explicó López. El trabajo comienza a los 8 años, una edad crítica: “Las niñas ya se desenganchan de las matemáticas con 9 años”.

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Lucía López Fundación ASTI

Para revertir esta tendencia, la fundación adapta sus programas según la edad y contexto: “Lo hacemos con diferentes herramientas en función de la edad del estudiante y de cuál sea la problemática en concreto”.

Autoconfianza, referentes y divulgación

Una de las claves del éxito del programa es trabajar la seguridad personal: “Tiene mucho que ver con trabajar la autoconfianza, la seguridad en sus competencias, que las tienen en iguales condiciones que sus compañeros varones”.

Lucía López Fundación ASTI: "Las niñas ya se desenganchan de las matemáticas con 9 años"

Además, se fomenta que las niñas se conviertan en divulgadoras desde pequeñas: “Creemos que es muy importante que ellas, desde que son pequeñas, sean corresponsables también y se conviertan en divulgadoras de la ciencia”.

Lucía López subrayó la importancia de conectar la ciencia con valores y vocaciones de cuidado: “La ingeniería del servicio de la salud es tremendamente importante también y esa vis del cuidado de la salud también se puede llevar por el lado de la ingeniería”.

Brecha de género y sesgos invisibles

La Fundación ASTI trabaja con niños y niñas, pero también desarrolla programas específicos para ellas: “Trabajamos de dos maneras que podrían parecer en principio contrapuestas, pero que creemos que son terriblemente complementarias”.

Uno de los ejemplos más reveladores fue el de la seguridad vial: “La inmensa mayoría de los mecanismos de seguridad pasiva estaban pensados por y para hombres, tamaño hombre, medida hombre, peso hombre”.

Soft skills y valores: más allá de la tecnología

La formación en competencias transversales es otro pilar: “Enseñamos a través de la robótica educativa competencias como la resiliencia, el autoaprendizaje, el trabajo en equipo, la comunicación”.

También se abordan temas como el autocuidado y la salud emocional: “Es importante que tengan herramientas para cuidar su salud emocional y para ser un profesional formado en valores”.

El programa Mentor Woman de ASTI acompaña a chicas de bachillerato y universidad: “Tienen que tomar decisiones y muchas veces en sus casas no tienen referentes… necesitan tener otra referencia que las acompañe”.

Además, muchas exalumnas se convierten en mentoras: “Muchas de estas niñas se acaban convirtiendo en mentoras cuando ya han finalizado el programa”.

Acceso sin barreras y evolución constante

La inscripción está abierta a todas las niñas, sin importar su ubicación: “Queremos que este nivel de excelencia académica llegue a todos con independencia del código postal”.

Y el aprendizaje ha sido continuo: “Empezábamos muy tarde a trabajar con las niñas… ahora lo hacemos desde primero de la ESO”.

Una década de impacto

Los premios STEM Talent Girl reconocen a estudiantes, mentoras y empresas colaboradoras: “Lo que hacen es reconocer la labor no solamente de nuestras estudiantes… sino también de nuestras mentoras y de las empresas partners”.

Lucía López cerró con una reflexión poderosa: “Si excluimos a la mitad de la población, desde luego no estaremos haciendo bien las cosas”.