A las 3 de la madrugada de este domingo 26 de octubre, las agujas marcarán las 2, regalándonos una hora extra de sueño y recordándonos, una vez más, que el invierno llega y que el cambio de hora sigue vigente en España. Pero, ¿por qué lo hacemos? ¿Sigue mereciendo la pena?
Escucha el A pie de calle de Mercado Abierto con Jorge de Miguel y Clarisa Mayo.
Lo que desde hace años es una rutina marcada en el calendario, hoy podría convertirse en una de las últimas veces que debamos ajustar la hora en España, ¿sigue mereciendo la pena?
Una tradición con sentido, pero obsoleta
El origen del cambio de hora nace en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, con una Alemania que decretaba el horario de verano para ahorrar carbón y destinarlo a la batalla. De esta manera, buscaban desarrollar la eficiencia logística para concentrar esfuerzos y energías en la economía bélica. La medida llegaba a España por primera vez en 1918, y la razón era la escasez de carbón provocada por la Gran Guerra, que obligaba a intensificar la producción y a reducir el consumo.
No era hasta 1974 cuando se empezaría a aplicar el cambio de hora de manera generalizada tras la crisis del petróleo con el mismo objetivo: aprovechar mejor la luz solar y consumir menos electricidad. Ahora, vuelve el debate sobre si tenemos que fijar un horario único o seguir alternándolo dos veces al año.
No sólo no se ahorra, también trastoca los ritmos biológicos
Expertos aseguran que ya no supone un ahorro energético y, además, trastoca los ritmos biológicos y el ciclo de sueño dos veces al año. Por eso, el Gobierno ha propuesto a la Comisión Europea que octubre de 2026 sea la última vez que movamos los relojes.
Pedro Sánchez afirmaba en un vídeo en las redes sociales que este cambio de horario ya no tiene sentido. De forma mayoritaria los ciudadanos reclaman en las encuestas que no se haga, y la ciencia dice que ya no supone un ahorro energético.
La Sociedad Española de Sueño se ha sumado a las palabras del Ejecutivo y ha pedido mantener de forma permanente el horario de invierno. Pero, ¿por qué es mejor este horario?
Desde esta sociedad científica afirman que este horario promueve un ritmo biológico más estable que el de verano, algo que contribuye a mejorar el rendimiento intelectual, además de reducir la aparición de enfermedades como las cardiovasculares, la obesidad y el insomnio.
Si hablamos de ahorro energético con la generalización de la iluminación LED y la automatización, el ahorro real en consumo doméstico es mínimo. Estas nuevas tecnologías más eficientes consumen hasta ocho veces menos que las antiguas bombillas, por lo que expertos ya niegan la efectividad del cambio horario. Aurelio García del Barrio, director del Global MBA del IEB, considera este ajuste una medida que no responde a la realidad y que el ahorro es marginal.
Lo que en su día fue una solución ingeniosa para ahorrar energía se ha convertido en un hábito que, más que ahorrar, nos desvela. Así que, recuerden, es en la noche del sábado al domingo cuando tendremos el próximo cambio de hora. Que sea realmente el último, aún es, una incógnita.
