Punto y final a la historia de Didi en el mercado norteamericano al que llegó hace apenas un año entre promesas, pero que Pekín frustró porque sí. Investigaciones, expedientes abiertos u multas para hacer imposible el camino entre los inversores de la ‘Uber china’.

¿Qué ha pasado en estos últimos 11 meses? ¿Cómo busca China reconfigurar el tablero tecnológico mundial tras la represión?

Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:

Didi y la forma en la que Pekín modelará la tecnología en el mundo

La conocida como 'Uber chino' deja de cotizar desde el 10 de junio en la Bolsa de Valores de Nueva York tras las presiones de Xi Jinping por su modelo de negocio

Vuelta a la actividad económica, pero con frenos (por si acaso).

Que el peligro a que todo se termine yendo ‘de madre’ está ahí y que el estreno que en su día fue el mayor para una empresa china más allá del dragón dormido tras el de Alibaba acaba este viernes en nada. Ni por lo bueno.

El panorama político en China estaba y está tenso. El noviembre se hacía público que el presidente, Xi Jinping, había frustrado personalmente la operación de mercado, la oferta pública de acciones de Ant Group, la filial financiera de Alibaba y unas semanas después se lanzaba del no a por Didi.

Incluso los medios estatales, no especialmente conocidos por ir en contra de Pekín, le pidieron al todopoderoso que “rectificara” a cuenta del influyente sector tecnológico.

Entonces era Didi cuando insistía que nunca había recibido una advertencia explícita y que no había divulgado datos de los clientes chinos a funcionarios estadounidenses, que era de lo que los acusaban.

Visto esto, los planes de estreno siguieron adelante y finalmente el 30 de junio de 2021, apenas 24 horas de que China celebrara su 100 aniversario como nación bajo el control del Partido Comunista, Didi aterrizó en Wall Street tras recaudar 4.400 millones de dólares, esto son, 16 dólares por acción.

Los colmillos de China

48 horas después, China enseñó los colmillos.

Y en una entrevista en exclusiva con esta casa, Yao Fei, ministro de China para nuestro país, analizaba en Capital Radio la situación. Insistía en que Pekín lo hacía en aras de la defensa de un sistema que consideran que funciona bien y a fin de, si se podía de refilón, atacar al eterno enemigo, los Estados Unidos de América.

Luego vinieron meses de dimes y diretes entre exclusivas en medios de comunicación internacionales, entre Bloomberg, Financial Times y The Wall Street Journal hasta que este pasado 6 de junio este último diario avanzaba que las autoridades del gigante asiático daban carpetazo a esta situación y que levantaba las presiones que caían sobre Didi, pero todo después de que anunciara que desde hoy se iba a de Nueva York.

Didi, en todo caso, es la batalla de toda una guerra contra el sector tecnológico que miraba a una América más atractiva que a una Asia represiva.

Los reguladores mantuvieron su ofensiva con una ráfaga de nuevas regulaciones e investigaciones, en ocasiones eliminando sectores enteros como la tecnología educativa en un esfuerzo por poner en vereda a los gigantes del país.

¿Carpetazo a la represión?

Visto esto, si el inicio de la investigación a la ‘Uber china’ marcó el comienzo de la campaña regulatoria de China contra las grandes tecnológicas, ¿su final significa que la represión ha terminado?

Puede que sí, aunque sea de manera temporal.

Las acciones de Didi el día de su salida cotizan un 85% por debajo de su máximo en julio pasado, y competidores como Cao Cao Mobility, respaldado por Geely, están acaparando su participación de mercado en China.

La vuelta a un status quo cada vez es más compleja. En primer lugar porque Didi no saldrá impune, ya que se espera que la empresa pague una fuerte multa y otorgue a Pekín una participación del 1% y una voz más directa en las decisiones operativas.

Por su parte, el Gobierno chino dice que minimizará los problemas de seguridad nacional, privacidad de datos o contenido que motivaron su represión contra Didi y otras empresas tecnológicas.

Tampoco hay claridad sobre lo que deben hacer las empresas asiáticas si quieren cotizar en el extranjero, ya sea en los Estados Unidos o en la cercana Hong Kong.

Así las cosas, según Refinitiv, se estima que las ganancias de las empresas chinas crezcan un 12,4 % en 2022, pero su relación precio-beneficio a 12 meses es de 9,62, la segunda más baja de Asia después de Corea del Sur.

Por si acaso, las empresas tecnológicas de China ya están cambiando sus operaciones comerciales para dar cuenta de las nuevas regulaciones. Ant Group, otra compañía que vio cómo los reguladores descarrilaban sus planes de salida a bolsa, se está alejando del área políticamente tensa de las finanzas para centrarse más en la tecnología, es lo que dice, al menos, el South China Morning Post.

¿Lo que tenemos claro? Que un año después del ‘caso Didi’, Pekín toma las decisiones.