Seis meses después se cierra la operación. 27.000 millones pagará Canadian Pacific por la estadounidense Kansas City Southern. El objetivo: construir la mayor línea ferroviaria de América del Norte que una Canadá con México a través de Estados Unidos.

¿Por qué ha tardado tanto en cerrarse la compra? ¿Qué ha pasado desde que el 21 de marzo se anunciara en primera plana?

Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:

Los entresijos detrás de la mayor fusión ferroviaria de EE.UU.

Kansas City Southern finamente acepta la oferta de Canadian Pacific que se convertirá en la mayor línea ferroviaria de América del Norte

La respuesta es sencilla: había más de una pretendiente. Kansas City Southern era la pareja que todo el mundo quería. La primera en fijarse en ella fue la canadiense Canadian Pacific. Un 21 de marzo de 2021, hace justo seis meses, se anunciaba el acuerdo: se quedaría con la kanseña por 25.000 millones de dólares y crearían juntas la mayor red ferroviaria de América del Norte.

Un pacto con el que, en un primer momento, todos estaban tan contentos. El 22 de marzo grupos agrícolas de Estados Unidos apoyaron la operación que prometía mejorar las transacciones comerciales entre Ottawa y Ciudad de México pasando por el control, como todo en la zona, de Washington.

Pero un mes de después comenzaron las envidias. Canadian National, otra de las firmas ferroviarias más importantes del país, y que está respaldada por el aparato político de su país natal, Canadá ya que fue la primera de las firmas del sector en el país privatizada a comienzo de la década de los 90 del siglo XX, comenzó la ofensiva para romper una pareja que le podría hacer sombra.

Lo hizo por todo lo alto: el 20 de abril lanzó una oferta de compra al mercado por casi 34.000 millones de dólares y dijo que en el resto de términos estaba dispuesto a hacer lo que fuera para quedarse con la compañía.

En estos días, los títulos de todas, independientemente de dónde cotizan y de quién era la más querida, pegaron un salto que en el caso de Kansas City Southern revalorizó los títulos hasta los 224 dólares desde sus mínimos anuales en los 201 a los que cotizaba el 4 de marzo.

La lucha sigue a fuego. Y 24 horas después Canadian Pacific aumentó la oferta porque, fuera como fuera, quería ser la elegida. Su presidente, Keith Reel, dijo que lo la elevaría, pero ya saben aquello de donde dije digo digo Diego y tras poner en tela de juicio el modelo de negocio de Canadian Nacional aseguraba: “trataremos de quedarnos con Kansas City Southern, pero por ello no voy a poner en peligro el balance de la firma”.

Algo parecido a aquello que alegó el presidente del FC Barcelona, Joan Laporta para justificar la salida de Messi del club blaugrana.

Así las cosas, Canadian National da un paso adelante y dice estar confiada en que su oferta llegará a término porque es mejor y no creen que los estadounidenses sean capaces de rechazarla.

Pero… siempre hay un pero… los reguladores tomaron partida en el asunto. Tuvo que llegar un mediador para resolver la disputa y se organiza aquella de San Quintín.

¡A la guerra!

Todo porque el 6 de mayo la Agencia de Seguridad Ferroviaria de Estados Unidos da luz verde a la estructura de fideicomiso con derecho a voto para la adquisición de Canadian Pacific quienes iban a comprar todos los títulos de Kansas City Southern y colocarlas en el mercado bajo una estructura de fideicomiso de voto independiente, aislando así el peligro de que los reguladores le dieran marcha atrás a la operación.

Días después, la junta de la estadounidense dice que al final se cambia de pretendiente: que la oferta de Canadian National es mejor y le da cinco días a Canadian Pacific para que mejoren la oferta. Esta dice que bueno, que vale, que les darán algo más de dinero: 27.000 millones, pero que no piensan llegar, bajo ningún concepto a los 30.000 de la otra.

A esto la junta de Kansas se opone de frente por una cuestión muy simple: no les dan más dinero, no hay nada de lo que hablar. Aquí hay voces disidentes y por eso la junta decide suspender, unos días, la votación de adquisición final.

Esto sucede el pasado 12 de agosto y desde entonces las cosas quedaron en silencio y algo paradas hasta el 1 de septiembre.

Horas después salta la noticia: Canadian Pacific se mantenía en sus trece. No daría su brazo a torcer y menos 300 dólares por acción si la junta de la estadounidense no votaba la operación antes de la fecha límite: el 12 de septiembre. Y este día las acciones de las firmas despuntaron hasta máximos por encima, en el caso de Canadian Pacific, por encima de los 80 dólares, muy lejos de sus mínimos sobre los 37.

La duda del fideicomiso

Y a todo esto… ¿dónde ha quedado la propuesta de 30.000 millones de Canadian National? Olvidada en algún cajón porque el regulador estadounidense se negó a dar luz verde a la operación por la forma de adquisición planteada: hace dos semanas el regulador del sector les obligó a ambas a paralizar la operación por no atenerse a las reglas de competencia ya que planteaba una adquisición mediante una estructura temporada de fideicomiso de voto, lo que hubiera permitido a los accionistas de KCS a recibir una compensación de 325 dólares por título. Y este día los títulos se desplomaron desde los 157 dólares.

Sin embargo, ¿es tan buena esta empresa como para estos intereses? Sí, en opinión de Ricardo González, gestor de GPM quien nos daba hace unos días los niveles en los que fijarse.

Lo último que sabemos es que por haber paralizado la operación en el último momento Kansas City Southern deberá pagar más de 700 millones estipulados por contrato a Canadian Nacional tras haber roto el acuerdo. Una factura de la que se hará cargo la futura propietaria: Canadian Pacific.

Hoy los títulos de Kansas City Southern valen un 322% más que en 2017 cuando cotizaban a 87 dólares.

La capitalización supera los 25.600 millones y 59 años después de salir a bolsa lo hizo en noviembre de 1962, este sonido característicos de los trenes pasados seguirá sonando. Ahora bajo otras siglas, pero con la intención del primer día. Conectar la tierra, en este casos tres países, y convertirse en el referente ferroviario del continente americano.