Oro ecológico. ¿Es posible? ¿Cómo casan los conceptos de oro y sostenibilidad? Ahora que tanto interesa a los inversores todo lo que tiene que ver con la ESG, ¿se puede ser sostenible e invertir en oro físico?

Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:

Oro sostenible: de quimera a convertirse en una realidad

¿Es el momento de proteger las inversiones con oro? Sostenibilidad y metales precisos, ¿relación duradera?

A lo largo de la historia son ya más de 190.000 las toneladas de oro que los seres humanos hemos extraído del seno del planeta. Y la suma sigue subiendo, cada año, a este balance, se agregan casi 3.000 toneladas más. Y con unos procesos de extracción y producción tan “frenéticos” cabe preguntarse ¿cómo afecta esto al planeta? ¿es posible iniciar una transición verde en la industria de los metales preciosos?

A gran escala, la producción de oro se basa en el empleo de compuestos químicos como el mercurio (para la producción) y el cianuro (para la extracción). Desde el punto de vista medioambiental, ambos presentan inconvenientes para el planeta: envenenan el suelo, las aguas y, al final de todo el proceso, también a nosotros, a los seres humanos.

La cantidad de roca que debe moverse es enorme y generalmente aumenta debido a la disminución del contenido de oro en los depósitos recientemente desarrollados de una mina a la siguiente. A veces, el contenido de oro es tan bajo como un gramo por tonelada de roca, es decir, que para hacer un simple anillo, hay que mover entre 10 y 20 toneladas de rosca.

Únicamente el 20% de la extracción de oro en todo el mundo corresponde a pequeñas explotaciones artesanales que, en términos generales, no son controladas por las autoridades y son muy vulnerables a la actividad del crimen organizado. Y, por lo tanto, cabe apuntar que la mayor parte del mercado está controlado y regulado de una manera “exhaustiva”.

Sin embargo, no todo son malas noticias. Desde el punto de vista del reciclaje, el oro es de lo mejor: su tasa de reciclaje es cercana al 100% y sus aplicaciones, ya lo hemos visto, infinitas, desde la tecnología a la medicina. Nos lo confirmaba en Mercado Abierto el director general de Degussa España, Tomás Epeldegui.

Planeta "dorado"

Como nos remarcaba Epeldegui en esta entrevista la industria del oro lleva años esforzándose para hacer del metal precioso por excelencia un producto sostenible y con la menor huella de carbono del mercado. Esfuerzos que se han intensificado en los últimos años como consecuencia del mayor interés de los inversores en aspectos de protección al medioambiente.

Simplificando la cuestión, los problemas que puede generar el oro se dividen en tres aspectos: contaminación en la fase de minado y producción; emisiones contaminantes de la industria; procedencia dudosa del metal (minería irregular).

"Es un vehículo que a lo largo de la historia ha demostrado que es sostenible y responsable", apunta Epeldegui aunque considera que la historia avala que esto sea así ya que considera que la inversión en este tipo de activos son procesos "a largo plazo".

Epeldegui se muestra entonces partidario de incluir el oro en cartera.

Valor refugio

El oro se considera, lo hemos dicho en más de una ocasión, un activo que conserva el valor de manera particularmente eficaz en periodos de estrés en los mercados porque, en teoría, el metal precioso es un eterno “objeto de deseo” ajeno a los vaivenes de la renta variable.

Por ese motivo, como nos comentan los expertos, representa una de las inversiones más estables y actúa como un activo refugio cuando la economía va mal.

Queda entonces la pregunta con la que empezamos esta historia en el aire: ¿puede el oro ser una inversión sostenible? acorde a la opinión de varios organismos internacionales como la London Bullion Market Association o el Consejo Internacional de la Minería y los Metales, es posible, siempre y cuando se mire a la inversión a través de los ojos de entidades acreditadas que, como en tantos otros ámbitos, acrediten a través de consultores externos e independientes que nadie a sufrido, ni personas ni el planeta, para que sobre la mesa reluzca el brillante dorado del color oro.