Inflación y tapering: las dos palabras que, en estos momentos, monopolizan el mercado y condicionan el comportamiento de todo tipo de activos, entre ellos, el oro. ¿Cómo se comporta el metal precioso estos días? ¿Hacia dónde apunta su cotización?

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En verano el oro no coge vacaciones: ¿su mejor época?

El oro recupera máximos récord del año y apunta a los históricos del verano pasado en los. 2.075 dólares/onza

“El oro hace lo feo, bonito”, una frase que data del siglo XVII, que salió de la boca del dramaturgo y poeta francés, Moliére y que este 2021 bien podemos aplicar el comportamiento que está teniendo el metal precioso en los mercados.

Mercados ávidos de capital y amenazados por la siniestra sombra del tapering, es decir, con miedo a que los bancos centrales, tras meses de inyección sistemática de dinero en la economía, les dé por cerrar el grifo y la compra de activos por parte del Banco Central Europeo y, sobre todo, de la Reserva Federal, sufra un impasse.

Sin embargo, los mercados de renta variable y también los secundarios de deuda lejos de cerrar sus sendas alcistas, cada día, con correcciones puntuales, se acercan a nuevos máximos y, es más, los analistas advierten: las bolsas seguirán subiendo, por lo menos, hasta el primer semestre de 2023.

Casi dos años por delante de ganancias que el oro no se quiere perder. Este metal precioso avanza inexorable hacia nuevos récord de cotización: en las últimas horas ha rebotado un 0,5% hasta los 1.907 dólares. Ganancias notables que también ha recogido, en mayor medida si cabe, su hermana pequeña, la plata que está ahora en el entorno de los 29 dólares tras firmar un repunte del 0,9%.

¿Pero a qué se deben estos repuntes?

Parece evidente entonces que las subidas de precios, como sucede con una manzana, afectan al oro.

Subidas de apenas cinco décimas porcentuales que para Miguel Momobela, analista de XTB, que podrían llevar el oro hasta nuevos récord históricos.

Momobela que nos comenta la situación de los precios de principios de año cuando el oro estaba en los 1.913 dólares/onza. Cotización que alcanzó, concretamente, el 7 de enero.

Sin embargo, las aspiraciones de este activo quedan muy por delante y de la mano de la campaña de verano, parece que podría volver a apuntar hacia ellas. En agosto de 2020 con el mundo “optimista” e inmerso en la desescalada hacia la “nueva normalidad” el oro recogió máximos históricos en los 2.063 dólares. Todo un hito que este 2021 de la mano de las vacunas y con medio mundo abierto tiene toda la intención de repetir.

Las consecuencias de la geopolítica

De hecho, desde Degussa España, se muestran confiados en que pueda ser así si, dice, la recuperación económica evoluciona según lo previsto. Pero como hemos visto no solo la inflación, el consumo o la renta variable condicionan al oro. También, como nos puntualiza Epeldegui, existen factores geopolíticos, externos a los mercados, que podrían “condicionar a los inversores”.

Ya sea culpa de China, Estados Unidos o Corea, el oro no quiere verse sometido a las oscuras fuerzas del mercado. Desde abril, cuando registró un doble suelo en los 1.755 dólares, el oro no ha abandonado su tendencia alcista.

En menos de un mes se ha revalorizado un 10% y el camino que tiene por delante está más que despejado hacia los máximos anuales en los 1.960 dólares y los históricos de los que hablamos de 2.075 dólares/onza.

En un clima de extremada volatilidad, parece que el oro pone de relevancia su capacidad de “activo refugio”. Con un bitcon en horas bajas vapuleado a golpe de meme y una renta variable amenazada por los bancos centrales el metal precioso convence y vence. Objetivo: nuevos máximos históricos y todo un verano por delante.