La cumbre bilateral entre EEUU y Japón se salda con el compromiso de negociar un nuevo tratado comercial pero el primer ministro nipón, Shinzo Abe, no consigue llevarse de vuelta a Tokio la exención de los aranceles al acero y al aluminio impuestos por el presidente norteamericano, Donald Trump. 

Aunque Japón apenas produce aluminio y la cantidad de acero que envía a EE.UU. ronda el 5 % de sus exportaciones totales de ese material, a Tokio le ha molestado ser el único gran aliado de Washington no incluido en la lista de países exentos temporalmente, en la que figuran la Unión Europea, Corea del Sur, Argentina, Brasil y México, entre otros.

Trump justifica el mantenimiento ya que tiene un "déficit comercial masivo" con el país, pero abre la puerta a eximirles si las negociaciones sobre el acuerdo comercial tienen éxito. En realidad, el año pasado, el déficit en el comercio internacional de bienes con Japón fue de 69.000 millones de dólares, lejos de los 100.000 millones citados por Trump, según las cifras oficiales del Departamento de Comercio.

Aún así Abe espera mejorar las relaciones con EEUU a todos los niveles: "La alianza Japón-EE. UU. No se limita a la seguridad, sino que también contribuye a la paz y la prosperidad del mundo, y por supuesto, de la región. En el frente económico, Japón y los EE. UU. tomarán la iniciativa y desarrollarán un mercado libre y justo en la región del Indo-Pacífico. Pasé algún tiempo con el presidente Trump para discutir las formas de que eso ocurra de manera sincera. En primer lugar, debemos fortalecer aún más los lazos económicos entre los dos países".

La semana pasada, la Casa Blanca anunció que Trump había pedido a Robert Lighthizer, su responsable de Comercio Exterior, y a Larry Kudlow, su principal asesor económico, que "analizaran de nuevo si se puede negociar un acuerdo mejor" para integrarse en el TPP.