Las “cadenas” cayeron y Reino Unido salió, hace hoy un año, de la Unión Europea. En la Nochebuena de 2020, Londres dejaba, oficialmente, el bloque común al que había pertenecido durante 47 años. Casi cinco décadas de tórridos encuentros y desafortunadas divisiones.

Un año después, ¿qué ha sido de la isla que vaga entre dos continentes? ¿Qué ha sido hoy del anhelo de independencia británica?

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BREXIT: cómo se gestó el mayor error de la historia (y sus cifras)

La salida de Londres del bloque comunitario se espera que contraiga el tamaño de la economía británica sobre el 5%

Un jueves, 23 de junio, de 2016 en Reino Unido, un 51,9% de los británicos votaban a favor de salir de la Unión Europea, un 48,1% apostaba por el bloque.

Tras años después, en 2019, Reino Unido, todavía a estas alturas (más de 1.000 días después de votar por su escisión de la Unión Europea), seguía siendo Estado miembro.

Boris Johnson, candidato por el partido conservador en las elecciones de diciembre de aquel año acude el 13 de diciembre al Palacio de Buckingham donde recibe el encargo de la Reina, Isabel II para que forme Gobierno. Desde julio llevaba dirigiendo el país en funciones. Ahora, tiene plenas facultades para terminar el trabajo que dejaron por hacer sus predecesores. Completar el Brexit.

Desde su fundación en 1951, la Unión Europea no había vivido una salida. Nadie había dado el paso para invocar el Artículo 50 del Tratado fundacional. No había habido nadie que considerara que era mejor estar solo que mal acompañado. Pero al final y tras el Consejo Europeo de diciembre de 2020, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von Der Leyen, decía: “en tres semanas será un nuevo comienzo para unos viejos amigos”.

Cadenas de problemas

A partir de aquí se aceleró la vorágine de problemas para un premier algo descuidado. Problemas en los mares por tener que compartir las aguas - y pesca - del Canal de la Mancha con Francia o en Irlanda del Norte donde la negociación del Protocolo sobre si colocar o no las nuevas aduanas en la frontera terrestre con la República del Irlanda - territorio europeo - y la inflamación de los ciudadanos amenazaron con devolver a las calles de Belfast, de nuevo, a los tiempos del IRA.

Sin frontera visible, pero con dos Estados de facto, el Brexit recuperó para los vecinos de la zona la destrucción y violencia injustificables en una región donde los Acuerdos de Viernes Santo de 1998 todavía hoy se tambalean.

¿Y ahora qué?

Preguntado Mao Zedong, en la década de 1970, sobre la Revolución Francesa dejó una cita que bien podemos aplicar hoy al Brexit: “todavía es demasiado pronto para juzgar, pero el comienzo ha sido interesante”.

Un año después, Reino Unido está en problemas. Nadie quiere ocuparse de la “patata caliente” del Brexit. A Boris Johnson ya le han dimitido nueve ministros encargados de cerrar “la salida”, de “romper las cadenas”. El último, hace apenas unos días, David Frost, el hasta ahora enviado especial de Londres para acabar con el divorcio que se ha ido diciendo que no es por nada del Brexit sino por diferencias en la gestión de la pandemia.

Y es que todavía hoy no está claro si Boris Johnson entendió el acuerdo que firmó, o al menos sus consecuencias. O tal vez lo hizo, y calculó que más tarde podría repudiar los puntos que no le gustaban, y culpar de ello a Bruselas. Pero esta estrategia no le está saliendo bien.

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De los acuerdos comerciales que Johnson y Trump, ambiciosos, decían, pretendían establecer entre el Reino Unido y los Estados Unidos, poco sabemos. Al demócrata inquilino, Joe Biden, ahora mismo no le interesa enemistarse con Bruselas por culpa de Londres.

Australia y Nueva Zelanda, territorios de la Commonwealth, antiguas colonias británicas, sí se han rendido a los encantos de Johnson. Pero poco más. En cifras, el comercio en el Reino Unido con la Unión Europea, una vez fuera, ha disminuido en el último año en un 15,7%, más de lo que predijo el gobierno británico que hablaba, en el peor de los escenarios, de una caída de los intercambios del 10%.

Los supermercados han vivido desabastecimientos. Las gasolineras no tenían combustible porque en la frontera con Francia, no se permitió el paso. Las “salchichas” y las “vieiras” han sido otras de las armas arrojadizas entre antiguos amantes.

En cifras

El Brexit, ya incluso antes de ejecutarse, en 2019, contrajo el tamaño de la economía británica en un 1,54% y se espera que de cara a los años que vienen, este recorte alcance cifras cercanas al 5%.

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Este 2021, el Reino Unido acabará creciendo, según la OCDE, un 6,9%, frente al 6,8% de Francia, el 5,6% de Estados Unidos o el 5,2% de la zona euro.

El gasto empresarial, ha caído en el mismo periodo un 2,1% y si antes del referéndum las inversiones crecían a un 5% anual, ahora lo hacen a apenas un 0,3%.

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Sobre el trabajo: 200.000 puestos menos y sin poder casar una demanda laboral ascendente con una oferta de mano de obra, descendente. Solo la ciudad de Londres, según una encuesta de EY ha perdido 7.400 puestos de trabajo y únicamente en la industria financiera, en el City de la capital, el corte que se estima está en los 30.000 empleados.

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Por la inflación, en noviembre, el dato alcanzó el pico más alto de la década, 5,1%. Una situación que ha llevado al Banco de Inglaterra a actuar y pasar a ser el primer gran supervisor en subir tipos del 0,1% al 0,25%.

Hoy, uno de cada diez británicos que en 2016 votaron en referéndum la salida quieren volver, según una encuesta del país. Aunque también hoy, cinco años después de preguntarse y uno después de efectuarse en Londres nadie reconoce lo evidente: el error que fue, es y será el Brexit.