Noruega es un país de contradicciones: quiere ser uno de los países más sostenibles del mundo en la economía más ‘negra’ del mundo; depende, como el que más, de la exportación de gas y petróleo para mantener un sistema que no parece estar preparado para el giro que supondría cambiar esta realidad.

Mientras, con la guerra en Ucrania de fondo, los ingresos por las ventas del ‘oro negro’ comienzan a llegar, pero ellos no están del todo convencidos. ¿Qué está pasando? Al tiempo, en Rusia, ¿hacia dónde está Vladímir Putin mandando los barcos?

Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:

El dilema Noruego: no 'se sienten bien' por ganar dinero (¿ruso?)

El flujo comercial del crudo se orienta hacia otros frentes que incomodan a la opinión pública por 'hacerse ricos' a raíz de la guerra en Ucrania

Navidad de 1969. Diciembre noruego y en Ekofisk, un yacimiento de petróleo en el Mar del Norte, se confirma que es apto para la extracción de crudo.

Un país que depende, hasta este momento, de la industria de exportación de pescado enlatado y con una industria apenas visible llega a la primera escena del panorama internacional. Un país con una población de poco más de cinco millones de personas (menos incluso que la Comunidad de Madrid) pasa a decidir el futuro de uno de los mercados más lucrativos de la historia, el del petróleo.

Desde entonces Noruega entrelazó su futuro al del crudo. Las extracciones de petróleo fueron el motor de su economía y con el, nunca mejor llamado, ‘oro negro’ consiguió hacer de esta tierra lo que es hoy: uno de los países con mayor renta per cápita del mundo, en otras palabras, uno de los países más ricos del globo terráqueo.

La industria naviera y la del transporte (de petróleo) y maquinaria pasaron de no existir a serlo todo. A día de hoy, según las últimas cuentas públicas del Gobierno de Noruega, la extracción de petróleo representa un 14% del PIB noruega y supone el 45% de las exportaciones. Es el tercer exportador mundial de gas y ocupa el duodécimo puesto en exportaciones de petróleo.

Esto en cifras es más de 55.500 millones de dólares anuales de ingresos por la industria ‘reina’ del país.

Los noruegos están acostumbrados a ser los buenos de la película. Es el noveno donante en I+D+i del mundo y sede, Oslo, de los Premios Novel de La Paz, donde se ha forjado son sudor y lágrimas una reputación de humanismo por encima de la media.

Estas son las luces, el petróleo es su sombra. Noruega es uno de los principales exportadores mundiales, lo hemos comentado, de gas y petróleo y en mundo sancionando a una de las principales potencias del sector, es la oportunidad del Gobierno noruego para hacer caja. Pero no quieren. Los precios están en máximos (aunque en las últimas horas hayan recortado).

No es "divertido"

¿El resultado? Que los noruegos se enfrentan a un dilema de primer orden: gano más dinero, pero por una guerra que está provocando el éxodo de más de cinco millones de ciudadanos.

En un país como este, eso no gusta.

Este es Terje Aasland, ministro de Petróleo y Energía en una entrevista con la televisión noruega a principios de marzo diciendo que, en estos momentos, para ellos no era “divertido” ganar dinero dada la situación actual de un mercado con los tanques como protagonistas.

Noruega produce alrededor del 2% del petróleo crudo del mercado mundial y, como proveedor del 20% al 25% del gas natural de Europa, es el segundo mayor exportador a la región después de Rusia.

Desde 1996, el país ha invertido los ingresos de la industria petrolera en su Fondo de Pensiones, un fondo soberano diseñado, "para proteger la economía noruega de los altibajos en los ingresos petroleros”. Un fondo que, en estos momentos, por ciudadano cuenta con un capital de 227.000 dólares o, lo que es lo mismo, más de 1 billón de dólares de capital.

Antes de la guerra, todo hay que decirlo, Noruega ya estaba a la cabeza y lideraba, un año más, las ganancias por crudo con ingresos récord de 825.000 millones del coronas. Ahora, estas cifras y por la guerra se han quedado en ‘migajas’.

A principios de mes, Nordea ya predijo que estos ingresos no es que se vieran reducidos, es que se hicieran mínimos. Se estimaba que podrían ingresarse 1,75 billones de coronas noruegas, ahora la cifra se ha recortado hasta las 1,35 billones. Unas métricas que, aun con todo, siguen siendo casi cinco veces más altas de cualquiera de las previsiones del Gobierno de Oslo.

Aunque la guerra terminase mañana mientras Vladímir Putin sea presidenta y las sanciones a Rusia permanezcan, los futuros marcan que los ingresos por petróleo y gas de Noruego seguirán siendo “altos”.

El Gobierno de coalición laborista con los Verdes dice que los “ingresos extraordinarios” por la situación se reinvertirá en el bienestar del país y de los ucranianos. La opinión pública no está por la labor y aquí recojo una declaración de un noruego en la revista TIME: "Algún día mis hijos me preguntarán: 'Papá, ¿qué hizo Noruega durante la guerra?' Y no quiero que mi respuesta sea que propiciamos un asesinato (y nos enriquecimos con él)”.

Rusia, ¿hacia dónde lleva sus barcos?

Y a todo esto queda otra pregunta en el aire. ¿Qué está haciendo Rusia con todo el petróleo que no vende? Ya les contamos aquí mismo, en Mercado Abierto que el Kremlin tenía cientos de barcos de un lado para otro entre los mares que navegan al son de Magallanes y Pizarro, pero sin puerto en el que atracar porque nadie quiere, al menos, Estados Unidos, el petróleo y gas rusos.

Sanciones por la invasión lanzada el pasado 24 de febrero en Ucrania y que ahora, con el tiempo, parece que pueden extenderse a una Unión Europea que sin decir que se independiza, da pasos en esa dirección. Aun así, cada día estamos inyectando unos 800 millones de euros a Vladímir Putin por el gas que nos sigue ‘colocando’ en el mercado.

A día de hoy la mayor parte del crudo que ha salido de Rusia rumbo al mundo fue comprado y pagado antes de que comenzara la guerra. Ahora cada vez menos petróleo abandona la estepa euroasiática y las nieves del gigante entre mala publicidad, dolores de cabeza logísticos, etc. que han llevado a más de un comprado a pausar sus compras.

Sin ir más lejos, el pasado jueves, 24 de marzo, el volumen de las exportaciones rusas de petróleo por mar, de 2,3 millones de barriles por día pasó a quedarse 2 millones de barriles por debajo de esta cifra.

El caso iraní

Así las cosas, dicen los expertos, es poco probable que Rusia siga el ejemplo de Irán para vender petróleo ‘restringido’ con ventas autorizadas o adquisiciones realizadas en divisa local. En este caso, el rublo.

Para eludir las restricciones, Irán también contrabandea grandes cantidades de petróleo, su segundo canal de ventas. Los petroleros iraníes navegan, por ejemplo, hacia Venezuela, con sus transpondedores apagados y allí, repintados para ocultar su procedencia, transfieren la carga en alta mar, a menudo por la noche, a barcos que navegan bajo una bandera “amiga” de Estados Unidos. Es poco probable que Rusia termine actuando así.

Lo que dicen los expertos es que lo más viable es que Rusia termine vendiendo el crudo a China o India a precio de saldo o por menos de lo que lo haría en un mercado regulado para deshacerse de materia que ahora mismo tiene en los almacenes cogiendo polvo.

Descuento por el crudo de los Urales con una potencia europea del sector, Noruega que e arrepiente de ganar dinero por hacer a costa de un éxodo humanitario. Cara y cruz, otra más, de la moneda de una guerra que no deja de dar vueltas y que cada día, mientras la gente huye, deja nuevas derivadas en un mercado interrumpido.