El lunes 2 de octubre se ha anunciado la quiebra de Monarch, lo que la convierte en la tercera aerolínea europea que va a la bancarrota en 2017. La compañía aérea chárter más antigua del Reino Unido y la quinta más grande del país ha anunciado el fin de sus operaciones al no poder aportar el aval necesario que le exige la aviación británica para operar.

Hace dos semanas se rumoreaba una reestructuración de la aerolínea, que podía llegar a vender sus rutas de larga distancia, sin embargo, ayer se consumaba su insolvencia y, por tanto, el fin de sus operaciones. Esta noticia que tendrá especial repercusión para los más de 100.000 pasajeros que tenían reservados sus billetes, viene a confirmar un diagnóstico que se lleva palpando durante el último año: la debacle del negocio aéreo europeo.

En España, su desaparición dejará un hueco en 12 aeropuertos: Ibiza, Menorca, Palma, Fuerteventura, Gran Canaria, Lanzarote, Tenerife Sur, Alicante, Almería, Barcelona, Madrid y Málaga.

La tercera en discordia

La compañía británica no es la primera en caer. Antes le llegó el turno a la que fuera compañía de bandera italiana, Alitalia. Durante el mes de mayo se tuvo que declarar en quiebra. Por el momento, sus vuelos se mantienen gracias al préstamos de 600 millones de euros que le concedió el gobierno del país transalpino.

Posteriormente, el 15 de agosto, Air Berlin anunció su final. La segunda mayor línea aérea germana será desmantelada favoreciendo a los que en su día fueron sus rivales: Lufthansa e easyJet. El punto final llegará para la compañía cuando se anuncie el 12 de octubre el reparto que se hace de sus activos y sus rutas. Por el momento, ya se sabe que el 15 de octubre desaparecerán sus 17 rutas ‘long haul’.

¿Qué ocurre?

Más allá de la gestión particular de cada una de estas compañías hay que buscar los motivos que les han llevado a la bancarrota. Uno de los principales es, probablemente, la política de competencia de la Unión Europea. La Comisión Europea ha restringido las ayudas y subvenciones que los estados miembros pueden otorgar a las aerolíneas, dificultando el negocio de algunas de ellas que dependían especialmente del apoyo económico de su país.

Las restricciones de la UE unidas al rápido desarrollo de las aerolíneas del Golfo, acusadas en muchas ocasiones de recibir ayudas de sus gobiernos, han tenido una fuerte incidencia en su fracaso. Tanto es así, que el ejecutivo comunitario está replanteándose la normativa para permitir que las compañías con base en el continente puedan defenderse.

Los cambios en la configuración del mercado también han tenido su influencia. Algunas compañías mantuvieron un sistema de negocio y una red de rutas tradicional, mientras que otras se adaptaron optando por la especialización. Así, tres grandes corrientes se están imponiendo:

Las ‘low cost’: easyJet, Vueling, Norwegian, WizzAir o Ryanair son algunas de las bajo coste que han venido a revolucionar la forma en que se viaja y los servicios que un cliente puede esperar. Son las dueñas absolutas de las rutas de corto radio y están intentando tomar partida en los vuelos de largo recorrido.
Los grandes conglomerados: Son las compañías clásicas y han atravesado su particular crisis, pero parecen haber encontrado la solución en los vuelos transoceánicos de larga duración. British Airways e Iberia (IAG), Air France y KLM o la anteriormente mencionada Lufthansa hacen de su prestigio y de sus grandes hubs (Londres, Madrid, París, Ámsterdam y Frankfurt) para defender sus baluartes.
Los touroperadores: En esta categoría se encuentran Jet2.com, TUIFly y Thomson, y Thomas Cook, amparadas por sus respectivos grupos turísticos (Jet2, TUI y Thomas Cook) que les proveen gran cantidad de clientes tanto en la temporada de invierno como en la estival.
No obstante, para ninguna empresa está garantizado el éxito y habrá que prestar gran atención para detectar cuál puede ser la próxima aerolínea europea en el borde del abismo.

Fuente: Tourinews