La pandemia de Covid-19 y las subsiguientes crisis de suministros han marcado un verdadero cambio de paradigma, exponiendo la fragilidad de las cadenas globales. Hoy, la biotecnología deja de ser un sector vertical y se revela como una tecnología crítica para la seguridad económica y la autonomía estratégica de la Unión Europea. Ion Arocena, CEO de AseBio, ha presentado en BIOSPAIN 2025 el informe que analiza esta nueva realidad: la competencia por el liderazgo tecnológico es una cuestión de poder, influencia y seguridad nacional.
El panorama global muestra una carrera acelerada. Estados Unidos mantiene su papel dominante, apoyado en el dominio del mercado, una inversión masiva en I+D (120.000 millones de euros en 2023) y un ecosistema financiero dinámico. Sin embargo, esta hegemonía es desafiada por el ascenso estratégico de China, cuya cuota global de patentes biotecnológicas creció un 317% entre 2010 y 2021, acercándose a EE. UU. y superando a Occidente en publicaciones científicas. Europa, situada entre estos gigantes, ve cómo su cuota de patentes cae un 27% en el mismo periodo y lucha por no perder competitividad.
En este contexto, España emerge como un nuevo polo de innovación, consolidado en las fases tempranas de la cadena de valor (descubrimiento e investigación). El país ocupa el noveno puesto mundial en producción científica en biotecnología. No obstante, el gran reto es la escalabilidad: transformar esta solidez en I+D en éxito comercial y liderazgo económico. España enfrenta desafíos clave, como elevar su inversión en I+D, que con el 1,49% del PIB sigue por debajo del promedio europeo (2,22%), y garantizar financiación suficiente.
Invertir en Europa y para Europa
En el debate subsiguiente, moderado por Marc Berruezo de beBartlet, los expertos abordan cómo superar estos retos. Marc López Plana editor de Agenda Pública, subraya la necesidad de un empoderamiento estratégico de las empresas europeas mediante fondos que co-inviertan junto a capital privado, y un marco regulatorio predecible y pro-innovación. Rafael Doménech, Director de Análisis Económico de BBVA, señala un cuello de botella financiero: Europa exporta anualmente 300.000 millones de euros en capital, recursos que se van a otros países (principalmente EE. UU.) en lugar de invertirse en start-ups nacionales. La clave, afirma, es transformar los ahorros en capital riesgo (equity) y eliminar la fragmentación del mercado.
Raquel Jorge Ricart, Directora de Asuntos Europeos en Bruselas, enfatiza la necesidad de simplificación regulatoria, eliminando contradicciones normativas y reduciendo la enorme carga administrativa que obliga a las empresas a reportar la misma información a múltiples autoridades. Además, destaca la importancia de abordar la dimensión de doble uso (civil y militar) de la biotecnología, un área crítica que aún carece de una política pública detallada en la UE. El sector biotecnológico es, en definitiva, un motor estratégico para el crecimiento, pero requiere superar retos estructurales para consolidar la posición de España y Europa en el tablero global.
