En su reunión de Riga en junio de 2015, la Comisión Europea, los Estados miembros, los países candidatos a la UE y los interlocutores sociales reafirmaron la innovación como principio de la modernización de la formación.

Esta voluntad manifestada vino a rubricar cómo el desarrollo experimental y la innovación son los pilares sobre los que ha de asentarse el desarrollo económico sostenible y el bienestar social de un país. Es necesario que la cultura de la innovación llegue a todas las escalas del sistema productivo y de la sociedad, con especial incidencia en el ámbito educativo y formativo.

La innovación implica un proceso de transformación y por ello se necesitan personas capaces de hacerlo efectivo en sus propias empresas o en sus propios puestos de trabajo dentro de una organización. Es por ello que el vínculo entre educación e innovación se hace inseparable sobre todo cuando se persigue una formación basada en la calidad y excelencia.

Las empresas deben apostar por el fomento de la innovación tanto didáctica, como tecnológica, siendo favorecida esta última por la mayor disponibilidad de herramientas a precios cada vez más competitivos, que facilitará una mejora de los procesos y favorecerá la resolución de problemas concretos procedentes de la realidad de la empresa.

Las enseñanzas de formación profesional están cada día más demandadas y por ello deben estar en permanente evolución y con el fin de adaptarse y actualizarse para ofrecer a la sociedad una formación competitiva y polivalente, que deberá integrar los conceptos de investigación e innovación en toda su extensión, apostando por el desarrollo de destrezas personales y profesionales, como la creatividad, el talento y los valores emprendedores incorporando competencias transversales tales como la resolución de problemas, la reflexión, la creatividad, el pensamiento crítico, el aprender a aprender, la iniciativa, o la asunción de riesgos.

Es necesario impulsar en el modelo productivo español un cambio a través de la apuesta por la investigación y la innovación como medios para conseguir una economía basada en el conocimiento, que permita garantizar un crecimiento más equilibrado, diversificado y sostenible.